La delicada polémica que envuelve el proceso de beatificación del papa Pío XII ha conseguido que prácticamente cada palabra oficial en torno a su figura, su legado, su importancia y, cómo no, su criticado silencio frente al Holocausto, tenga un eco inusitado. "En los últimos años, cuando se ha hablado de Pío XII, la atención se ha concentrado de manera excesiva sobre un único problema, tratado de manera más bien unilateral", se lamentó ayer el Papa.

El ya largo debate entre católicos y judíos, centrado en la conveniencia de beatificar a Pío XII, se ha recrudecido en los últimos meses, primero con motivo del 50º aniversario de su muerte y, luego, con la decisión de Benedicto XVI de esperar a consultar los archivos vaticanos sobre su polémico pontificado. Ayer, ante los participantes de un congreso sobre Pío XII, Ratzinger resaltó su "valiosa herencia" y afirmó que esa visión unilateral sobre su pontificado "ha impedido un acercamiento más adecuado a una figura de gran espesor histórico-teológico". Pero nada convence a los judíos. Supervivientes del Holocausto y descendientes de las víctimas han anunciado que harán lobi ante el Papa y sus embajadores en para frenar el proceso.