Benedicto XVI llegó ayer como peregrino a Alemania, su tierra natal, donde destacó la voluntad de acentuar en su pontificado los gestos de aproximación a la juventud y de realizar un esfuerzo para revitalizar el ecumenismo. El Papa afirmó que asiste a la 20 Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra hasta el domingo en Colonia, con el propósito de reforzar la fe de la presentes y "animarles a buscar el camino de la verdad, la justicia y el amor".

Además de reunirse con los jóvenes católicos llegados de más de 190 países, el Papa tiene previsto entrevistarse con representantes de las comunidades musulmana y judía para hacer visible sus deseos de acercarse a otras confesiones. Especial relevancia tendrá la visita que realizará hoy a la sinagoga de Colonia, la primera que realiza un Pontífice durante un viaje al extranjero. Se trata de un gesto muy especial, si se tiene en cuenta el origen alemán del Papa y que durante el régimen nazi más de 12.000 judíos fueron asesinados en la ciudad anfitriona. Juan Pablo II marcó el camino acudiendo a la sinagoga de Roma y estrechando lazos con el rabino de la capital italiana.

MENSAJE DE PAZ El Papa subrayó la importancia de esos encuentros, que sirven "para impulsar el camino del diálogo y la cooperación en el empeño común de construir un futuro más justo y fraterno, que sea realmente digno del ser humano".

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Alemana y obispo de Aquisgrán, Heinrich Mussinghoff, insistió en destacar el espíritu ecuménico del viaje de Joseph Ratzinger y recordó que también lleva un mensaje a los representantes islámicos. "De este encuentro emergerá un mensaje importante. Dirá al mundo que este papa está de parte de la paz y que sigue las huellas de Juan Pablo II, quien tanto hizo para intentar impedir la guerra en Irak", explicó el obispo.

Otro gesto del aprecio del Pontífice por el ecumenismo se desarrolló frente a la catedral de Colonia. Allí se rindió un homenaje emotivo al hermano Roger, el fundador de Taizé, que el martes fue asesinado por una mujer desequilibrada.

En el discurso de bienvenida a los jóvenes, que fue pronunciado a bordo de un barco con el que surcó el Rhin, les invitó a tomar una decisión justa "entre el camino que sugieren las pasiones o el que indica la estrella que brilla en la conciencia".

"Quien deja entrar a Cristo en su vida no pierde nada, absolutamente nada de lo que hace la vida bella, libre y grande", añadió en otro momento el Pontífice.

AMABLE CON SU PAIS Ratzinger también tuvo palabras amables para la sociedad alemana, con la que ha mantenido unas relaciones tensas. "Los alemanes cuentan con un amplia y firme tradición de apertura al mundo, como demuestran las muchas iniciativas de solidaridad, en particular con los países en desarrollo", recordó.

Para Benedicto XVI, "ese espíritu de disposición a aceptar a aquellos que vienen de otras tradiciones y culturas" es, precisamente, el que impera en los actos de la Jornada Mundial de la Juventud.

Nada más pisar suelo alemán, el presidente del país, Horst Koehler, admitió que le emocionaba que un alemán ocupara la silla de Pedro y elogió la trayectoria académica e intelectual del Papa y su empeño en que la fe tenga una papel importante en la vida secular.

El dirigente político también se refirió a la brillante carrera académica del ilustre visitante y a que "su manera de interpretar la fe suscitó entusiasmo en sus oyentes". Sus intentos de llevar esa a un terreno práctico, en la vida cultural y político, "lógicamente provocó desacuerdos", apuntó Koehler.