La apertura de la 54 edición de la Berlinale tuvo un tono gris y gélido equiparable al que había ayer en la ciudad alemana que acoge el certamen. El filme que inauguró el festival, Cold mountain , dirigida por Anthony Minghella, no emocionó. Tras la proyección para la prensa hubo un silencio total: ni un solo aplauso de cortesía. En la gala inaugural, la única estrella fue el realizador Anthony Minghella y dos actores de reparto, Brendan Gleeson y Philip Seymour Hoffman.

Estaba previsto que acudieran los protagonistas, Nicole Kidman, Jude Law y Renée Zellweger, pero ninguno de los tres estuvo presente. La pregunta apareció, lógicamente, en la conferencia de prensa. "Todos querían venir y están tristes por no haber podido estar aquí", apuntó Minghella, mientras el jefazo de la productora Miramax dio sus explicaciones: "Jude Law está a punto de comenzar el rodaje de su próxima película, Closer , y Nicole Kidman ha tenido un problema familiar". Muy distintas eran las versiones que se manejaban entre los enviados especiales en Berlín, sobre todo respecto a Nicole Kidman: su enfado por haber sido apartada de las candidaturas al Oscar y los rumores sobre su supuesto romance con Jude Law durante el rodaje.

Cold mountain es una historia de amor y guerra con pretensiones épicas, que se quedan a medio camino. La acción se sitúa entre 1864 y 1867, entre el comienzo y el final de la guerra de secesión estadounidense. En un poblado de Carolina del Norte, Cold Mountain, una joven pareja ve truncado su noviazgo por el estallido de la contienda civil. Ella (Kidman) aumenta su soledad tras el fallecimiento de su padre. El (Law) queda herido en las confrontaciones bélicas. Cada cual ha de apechugar con su dura circunstancia aunque la llama del amor sigue viva.

Minghella añadió que Cold Mountain es una historia "antinacionalista, antibanderas, con apuntes irónicos".