TJtulio Camba miró una vez la lámpara apagada de su escritorio y le dio para un artículo. Se dijo que si para dar luz a esa lámpara se precisa de la energía de varios torrentes de agua y una intrincada red de cables y turbinas, del mismo modo el Estado, "mediante un maravilloso sistema de tributos, transforma en dinero la energía del trabajo ajeno para administrarlo también a domicilio mediante una red de sueldos, dietas, gastos de representación, pensiones y qué sé yo". Camba llamaba a esta forma de administración, "el Estado hidroeléctrico y del enchufe", pero nosotros, menos ácidos, le llamamos "Estado del Bienestar". Hay quien chincha con esto del estado del bienestar, excepto cuando el bienestar le afecta a él directamente. Hay quien chincha porque en mi pueblo, sin ir más lejos, de seis mil parados apenas ninguno se ha presentado a la vendimia. Tienen cosas mejores que hacer. Y a mí no me parece mal. De animales de carga hemos pasado a animales de cuentas, y las cuentas son claras: si por estar los lunes al sol te pagan equis y por estar en el campo de sol a sol, de lunes a lunes, también cobras equis, pues qué quiere usted que le diga, que lo siento por los que no han tenido la fortuna de nacer en un estado del bienestar, pero también nosotros hicimos en su día los trabajos sucios de otros. Y es que en tierras como esta nuestra, muy agricultora y muy ganadera, el bienestar ha consistido precisamente en abandonar las tierras y el ganado y dedicarse a cosas más rentables y de menos fatiga. De modo que, o mejoran las condiciones mucho, o mucho me temo que lo que habrá que mejorar son las naves-patera para que vengan otros a recoger la uva con la que un día brindaremos a la salud de este estado del bienestar que nos tocó en suerte. Mientras dure.