El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, se estrenó ayer en su primer discurso ante la asamblea plenaria de los obispos con un tono conciliador, a pesar de las diferencias que mantiene con el Gobierno, señalando que confiaba en lograr un acuerdo "razonable y duradero" con el Ejecutivo en materia de enseñanza. Para limar diferencias, abogó por recuperar cuanto antes el clima y el espíritu de la transición democrática, una etapa en la que la Iglesia tuvo un papel decisivo. "La sociedad necesita actualizar las actitudes de curación de heridas de aquella sociedad crucial", subrayó.

Blázquez tendió la mano al Gobierno alentando las negociaciones sobre la ley orgánica de educación (LOE), pero defendió que el Estado ha de mejorar el trato que otorga a la clase de Religión y a la libertad de enseñanza. "La Iglesia desea que sea reconocida adecuadamente la asignatura de Religión", afirmó el obispo de Bilbao, quien remitió a la declaración pública realizada en septiembre por la comisión permanente de la Conferencia Episcopal.

Este punto fue uno de los responsables de la ruptura de las negociaciones entre la CEE y el Gobierno durante octubre. Los obispos pedían que la materia fuera evaluable y el PSOE argumentó que en su programa electoral proponía lo contrario. "En la medida de nuestras fuerzas nos comprometemos a que la educación, tan postrada y complicada actualmente, sea mejorada, ya que en ella se decide el futuro de todos nosotros", insistió.

También reclamó un reconocimiento "justo y generoso" de la libertad de enseñanza, tanto para que los padres puedan elegir como para que la sociedad pueda llevar adelante sus iniciativas educativas "con el sostenimiento de centros de enseñanza y la creación de los que sean necesarios para responder a la justa demanda de los padres".

Además trató de evitar que la Iglesia aparezca como ariete político, por su lucha contra la LOE o las bodas gays. "La Iglesia --explicó-- tiene su programa, basado en las enseñanzas de Jesucristo y que proclama con atrevimiento y sin miedos. No desea actuar a rebufo de las cuestiones que otros introduzcan en la sociedad o por reacción a las iniciativas del Gobierno". Añadió que la Iglesia quiere que cuando tenga que decir no al aborto sea percibido como un sí a la la vida incipiente, que el no a las rupturas matrimoniales sea el sí a la fidelidad y el no a la violencia sea el sí a la paz.

Sobre la financiación que el Estado procura a la Iglesia, y que el Gobierno podría modificar, defendió las actividades sociales que actualmente realizan.