TRtecuerdo un interesante artículo de Javier Figueiredo , publicado hace tiempo en este periódico, sobre los boicots a los productos comerciales, boicots de los que mi compañero confesaba no ser partidario. A mí, sin embargo, me parecen muy oportunos (siempre y cuando cada cual se los costee de su bolsillo), pues no dejan de ser una manifestación de la voluntad del ciudadano, y muy a menudo la única vía que este tiene de hacer valer sus opiniones. (El propio Figueiredo citaba casos de boicots en los que había participado por causas humanitarias). Y es que, aun reconociendo su aire de hostilidad, entiendo los boicots como una forma de consumir en la que priman razonamientos ideológicos --acertados o equivocados-- que nos dictan dónde hacer nuestras compras y dónde no.

Hemos sabido estos días que algunas marcas (Heinneken, Seguros Ocaso) van a retirar su publicidad del programa de la Sexta Salvados por la Iglesia , molestos "ante el contenido ofensivo del programa contra la libertad religiosa para con los sentimientos de un sector muy significativo de la sociedad". No sigo el programa por televisión, que en ningún caso podría atentar contra mis sentimientos religiosos porque no los tengo, pero después de ver varios fragmentos en internet entiendo que muchas personas se sientan ofendidas cuando sus creencias son caricaturizadas una semana sí y otra también. El boicot de estas empresas al programa de la Sexta me parece tan legítimo como el boicot que seguidores de dicho programa (y otros que no lo ven pero son afines a la causa ) podrían hacerle a Heinneken y a Seguros Ocaso. Y que cada palo aguante su vela.