He pedido cita en mi centro de salud para poner alguna solución médica a una traicionera gripe y la respuesta ha sido que están colapsados y que mi médico no me podría atender hasta dos días después. Sé que mi médico me va a decir que para esto no hay solución, que no existe un tratamiento específico y que lo mejor es el reposo. Lo de siempre. Pero, sinceramente, prefiero que no tarde 48 horas en decírmelo. No obstante, no es cierto que no existan soluciones. A principios de 1928, el profesor Bordier , de la Universidad de Lyon, presentó al mundo científico un curioso aparato con el que aseguraba que podía curar catarros y gripes en cuestión de pocos minutos. La maquinita tenía unos cables eléctricos que se introducían por la nariz del paciente, tras lo que se aplicaba una corriente eléctrica de alta frecuencia. Bordier sostenía que con la pequeña descarga la congestión se aliviaba y que la corriente acababa con todos los gérmenes sin dañar la nariz. No tuvo suerte el inventor y el citado aparatito terminó olvidado en algún rincón, seguramente después de electrocutar más de un tabique nasal a los acatarrados y valientes miembros de la comunidad científica que decidieran probarlo. O igual nunca lo probó nadie.

A mí Bordier me parece un incomprendido y un adelantado a su época, y es una pena, porque creo que actualmente sería una magnífica baza y un referente para el Gabinete de Iniciativa Joven de Extremadura. Desde luego ideas no le iban a faltar... ¿quizás un aparatito para descongestionar los centros de salud?