Si la barra del Museo Chicote tuviera boca, hablaría de fabulosas veladas llenas de glamour y pobladas por personajes que hicieron la raya en el siglo pasado. Contra estos espejos modernistas se atusaron el pelo Frank Sinatra y Cary Grant en los años 50, y fue dentro de estas mismas copas donde Ava Gardner descubrió su fascinación por el bloody mary. La memoria de la coctelería con más recuerdos de Madrid anotó el viernes en su diario un encuentro alejado de aquellas noches llenas de estrellas. Boris Izaguirre (en la foto), presentaba su última novela, 1965 (Espasa). La cita tuvo poco de literaria y menos de exquisita.

El encuentro sirvió para que el autor de Morir de glamour se diera un extenuante baño de multitudes que estuvo a punto de acabar con su integridad de tanto beso y achuchón de fan. Valió también para que algunos personajes de la tele montaran el circo ante las cámaras.

"Es un libro romántico sobre tres varones que se han enamorado de la vida, pero la vida no se ha enamorado de ellos. Son una generación que nació mucho más tarde que la gente que hizo mítico este lugar", dijo el autor con su impecable traje negro a rayas. Desde las paredes le miraban Ernest Hemingway, Charlton Heston y Salvador Dalí, retratados en otra época en el sitio donde ahora saludaban Arlequín y su gorro de arlequín, Enrique del Pozo, los exconcursantes de Gran Hermano Jorge Berrocal y Marta, y José Manuel Parada y su pianista.

LOS ´PADRINOS´

Con estos últimos, Boris tuvo un aparte. "Somos el trío la la la", dijo Parada abrazado a Pablo Sebastián y a Izaguirre. "Genial, mi libro está siendo testigo de este momento", rebañó el autor colocando, raudo, un ejemplar entre los tres. Las cámaras de Crónicas marcianas levantaron acta del encuentro y de la agilidad del pianista, que se atrevió a salir del bar haciendo el avión sujeto por ocho brazos. Lo logró sin romper nada.

El libro revisa el espíritu de los 80. "Yo no digo que una época sea mejor que otra, pero los 80 fueron una gran explosión de libertad que quizá ahora hemos traicionado", respondió el autor sin dejar de firmar autógrafos.