"Tapen el maldito agujero ya". Barack Obama deslizó el comentario en una conversación privada en mayo, pero tres meses después del inicio del derrame en el Golfo de México seguramente refleje el sentir mayoritario de la petrolera British Petroleum (BP), sus accionistas, los funcionarios de la Casa Blanca y, sobre todo, de los afectados por el peor desastre ecológico de la historia de EEUU. Ahora, los directivos de BP quieren tapar con toneladas de lodo pesado la boca del pozo averiado para frenar la fuga. Este desastre ecológico hace sonar las las alarmas cada vez que se presentan nuevos planes de búsqueda de crudo, como pretende Repsol YPF en aguas cubanas del Golfo: un senador de Florida lleva semanas haciendo campaña para que la Casa Blanca apriete las tuercas a La Habana.