La moda de las bromas se impone de forma paulatina en las celebraciones privadas de los pacenses. Cada vez son más los ciudadanos que al cotillón, el menú y el champán de sus fiestas añaden una suculenta sorpresa que en unos casos deja a sus invitados con la boca abierta y en otros acaba agotando su paciencia. El objetivo: que jamás se olviden de aquel cumpleaños, aquella despedida de solteros o, incluso, la comida de empresa.

"Es sonada aquella boda en la que uno de los camareros descubre ante los invitados que está enamorado de la novia, a la que le declara públicamente su amor", cuenta Alvaro Roa, el gerente de Badajozio, una empresa de servicio especializada en ocio y espectáculos para todas las edades. "Ofrecemos desde actividades infantiles hasta espectáculos con transformistas, gogós, karaoke, estriptís o drag queen, pero lo que mejor recuerdo deja en la gente son las bromas", señaló.

Los protagonistas de estas historias son actores y artistas profesionales de Madrid que Badajozio contrata para montar distintas historias, algunas son a la carta y otras diseñadas a petición del cliente. "Tenemos la broma del boy tímido, que interrumpe contínuamente el espectáculo de estriptís porque se siente cortado e inseguro, provocando las risas o la ira del público femenino. También se puede elegir la del camarero desastre o la de la invitada inoportuna", señala Alvaro Roa.

Generalmente en todos los casos las historias acaban felizmente, consiguiendo poner al límite a los invitados para finalmente terminar a carcajadas limpias. Sin embargo, hubo algún caso en el que se complicaron las cosas. "Ocurrió en una fiesta privada en un chalet, a las afueras de Badajoz, que unos clientes montaron su propia historia, en la que aparecía un chico con las ropas rasgadas que decía que llevaba tres días perdido deambulando por el campo. El grupo de invitados lo acoje y le da de comer, pero éste empieza a coger confianza y comienza a pasarse con la gente, entonces uno de los invitados llama a la Guardia Civil que llega al chalet y pide la documentación al actor. Los cómplices se ven obligados a descubrir la broma, entonces los invitados creen que los guardias civiles también son actores y forman parte del montaje y empiezan a cachondearse de ellos", relató.

Siempre suele haber algún cliente que opta por alguna broma pesada, aunque desde la empresa se le advierte cómo suele reaccionar la gente. "Los cómplices suelen mantener un encuentro con los actores para explicarles qué personas van y cuáles son las particularidades del grupo objeto de la broma y del lugar".

Por el módico precio de 200 euros puede asegurarse una fiesta inolvidable, los gogós son algo más baratos y los estriptís 100 euros más caros. También se puede optar por algo todavía más económico, los payasos cuestan 60 euros.