THtace poco Salvador Giner publicaba un artículo en este diario titulado Jóvenes funcionarios en el que recordaba los datos de una reciente encuesta sobre las aspiraciones laborales de los jóvenes españoles (hasta los 30 años). Resulta que estos se decantan mayoritariamente por trabajar en la Administración (65%) frente al 21% de los que prefieren trabajar para la empresa privada. No dice cuáles son las aspiraciones del 14% restante, pero intuyo que unos y otros soñarían con eso que Juan Valera llamaba el buen turrón , es decir, un trabajo en el que no se da palo al agua y que además está muy bien pagado. Pero, ¡ay!, no tiene que ser fácil encontrar uno de estos chollos porque lo que veo con frecuencia es todo lo contrario: gente que trabaja mucho por poco dinero.

Bukowski , maestro indiscutible del realismo sucio norteamericano (Carver nunca fue tan sucio como él), decía con su habitual ironía que vivir de un trabajo honrado no tiene mérito porque es algo que puede hacer cualquiera. Algo así pensarían los encausados de la Operación Malaya, que cambiaron valores como el sacrificio y la honradez por corruptos maletines rebosantes de euros, cuando no por un Miró para el baño. Me entero por la prensa de que Julián Muñoz , que últimamente no tiene quien le escriba ni le cante una copla al oído, se dedica a servir de camarero para sus compañeros de prisión aunque por ley no esté obligado a ello. Uno no sabe si lo hace para lavar su imagen o porque le ha encontrado placer a trabajar de balde. En cualquier caso, mejor le iría si en el pasado no se hubiera atragantado del goloso pero traicionero buen turrón.