La prenda inventada por una diseñadora australiana para que las mujeres musulmanas pudieran ir a la playa sin destaparse, el llamado 'burkini, empezó a comercializarse hace 13 años. Desde entonces se fue extendiendo por todo el mundo sin generar ningún tipo de conflicto. Incluso la llegaron a adoptar las socorristas australianas, quizás por aquello de marcar distancias con el exhibicionismo descocado de ‘Los vigilantes de la playa’... Hasta que hace unas semanas las autoridades francesas prohibieron una fiesta organizada exclusivamente para mujeres con ‘burkini’ en un parque acuático cercano a Marsella.

Luego le han seguido varios ayuntamientos de la Costa Azul, que han vetado el uso de la prenda en la playa con la imposición de fuertes multas. Algo a lo que se ha sumado un pueblo costero de Córcega, Sisco, después de una reyerta desatada porque un grupo de chicos de la población quiso hacer fotografías de unas mujeres ataviadas con el singular traje de baño.

La mayoría de las mujeres se consideran afortunadas de vivir en un país como España

En la última semana se han sucedido declaraciones de los alcaldes franceses y de los ministros del país vecino, agitando el caldo de cultivo islamófobo generado por la ola de atentados islamistas. Alguno ha llegado incluso a comparar a las bañistas con terroristas. Las entidades religiosas musulmanas han hecho frente a la fiebre prohibicionista, pero las principales afectadas apenas se han dejado oír.

En España el uso del ‘burkini’ es mínimo, incluso en zonas con alto porcentaje de musulmanas entre la población, pero sí hay muchas mujeres que siguiendo su fe religiosa optan por bañarse tapadas del mismo modo que en la calle portan velo.

Todas coinciden en reivindicar su derecho a vestir como quieran y viven con hastío otra polémica más que se suma a las del ‘burka’ o el velo en las escuelas. La mayoría se consideran afortunadas por vivir en un país, España, donde se respeta la diferencia aunque a veces, dicen, “nos miren raro”. Ahora temen el efecto contagio. Aquí esta su voz.

MOUNIA TBIB. Murcia

"TENGO DERECHO A IR TAPADA"

A la marroquí Mounia Tbib le encanta nadar, especialmente en el mar. Como vive en Murcia, muchas veces se acerca a la zona de Cartagena para zambullirse en esas aguas practicando salto en aguas profundas desde los acantilados. Puede parecer una actividad poco compatible con sus creencias religiosas, dado que por la calle va tapada con el velo islámico, pero ella asegura que se apaña estupendamente.

No lleva ‘burkini’, sino uno de esos trajes de neopreno que se usan para entrenamiento de natación, especialmente para aguas frías. “Los venden en Decathlon. Cubren todo el cuerpo de arriba a bajo, incluida la cabeza, y los usan también los españoles con los que vamos a la nadar”, cuenta. A diferencia de los españoles, que cuando salen del agua se lo quitan para tomar el sol, ella se va al coche y se pone “las prendas normales”.

“Soy creyente y practico mi religión. Y voy tapada, sí. Tengo derecho a ello. Nunca he causado problemas en la playa a nadie y creo que tengo derecho a ir tapada o en bikini. Eso es la democracia. La libertad incluye eso”, argumenta después de condenar sin paliativos la prohibición del ‘burkini’ en Francia. “Creo que hay que respetar la diversidad. No somos cajas de leche, todos iguales”, critica.

“Una prenda no es un arma”, dice un poco harta del debate. “Para mí no es un tema interesante ni importante. Me interesa más hablar del tema de mi vecina, que es española, tiene tres hijos y no tiene trabajo, o de los jóvenes del barrio que se drogan. Eso sí que son temas importantes para la sociedad “, sostiene.

Hace nueve años que Mounia llegó a España para reunirse con su marido, también marroquí. Por su experiencia personal cree que la gente “tiene aquí una mentalidad diferente a la de Francia”. “A veces te pueden mirar como raro, pero la gente no suele criticar. Nunca he tenido problemas con los españoles”, sostiene.

Tampoco cree en un islam construido a base de imposiciones. Sus hermanas, con las que comparte creencia, no llevan velo, una decisión que le parece igual de respetable que la suya. “En lo que tenemos que fijarnos es en el comportamiento, la vestimenta es lo de menos”, reflexiona. MANUEL VILASERÓ

NADIA. Barcelona"AÚN ES DIFÍCIL QUE TE CONTRATEN DE CARA AL PÚBLICO SI VAS CON VELO"

Nadia es catalana de primera generación. Sus padres, marroquís, llegaron a Barcelona en 1962, cuando en la capital catalana aún estaba lejos de ser una ciudad cosmopolita y moderna. Algo para lo que, a sus ojos, aún queda. "Trabajo de dependienta y me pasa mucho que un jefe esté contento conmigo pero no me quiera de cara al público. Por el qué dirán", explica. Qué dirán por el velo, claro. Nadia, nacida en Sants, es musulmana y a los 17 años decidió "sentar la cabeza" y ponerse el velo. "Decidí yo", subraya. Su madre, eso sí, rompió a llorar de la emoción al verla por primera vez con la cabeza cubierta -"era la última de la familia que quedaba por hacerlo", recuerda.

Sobre la polémica del verano acerca del 'burkini', Nadia lo tiene claro: "Es una cuestión de imagen". A sus 40 años, considera que las mujeres pueden bañarse como les dé la gana, y que no hacen daño a nadie por ello. "Lo que pasa es que a los propietarios de los parques acuáticos no les gusta que haya musulmanas tapadas, por la imagen que da, por el rechazo que pueda causar en el resto de bañistas. Lo de los motivos de seguridad suena una excusa", prosigue convencida.

"Muchas mujeres tienen problemas de espalda y les iría bien ir a nadar, pero no van a la playa o a la piscina porque no se sienten cómodas. El tema del destape es un problema", señala la mujer, quien asegura que los trajes de baño enteros son una buena alternativa que no molesta a nadie. "Hace tiempo que estoy buscando uno y el problema es encontrarlos, ¡y que son muy caros, dicen!", señala la mujer, quien concluye que en Catalunya queda mucho trabajo por hacer. HELENA LÓPEZ

ZAINAB AASRI. Tarragona

“ES UNA POLÉMICA ARTIFICIAL PARA CREAR MALAS RELACIONES”

Zainab Aasri, gestora y traductora de 33 años, cree que el “'burkini' es una polémica interesada y artificial para crear malas relaciones entre las culturas". De hecho, en su opinión, este traje de baño ni siquiera es una prenda tradicional en ningún país musulmán. Es una suerte de invento que le importa tan poco que ni siquiera es tema de conversación en su círculo: “No nos interesa, no va con nosotras”.

Ella y su hermana, de pequeñas, iban con su madre a la playa al atardecer. La madre iba vestida, pero ahora, con las hijas ya mayores, ya prescinde de ir. Zainab sí que va y alterna bikini y bañador. Cree que si alguien se siente molesto por ver piel, la solución es “que no vaya a la playa y no la verá”.

La prohibición del 'burkini' en algunos municipios franceses le parece “bien y mal”. Bien porque veta lo que para ella es una prenda ajena a su cultura, usada para confrontar y dividir. Mal porque en un país democrático y laico como Francia “no cabe el debate sobre la vestimenta de una mujer”.

Que cada uno -mejor dicho, cada una- vista como quiera. Con un matiz importante: que “la ropa debe de ser idónea en cada lugar”. Esta musulmana, orgullosa de serlo, cree que “las que se tapan deben de entender la reacción de los que no están acostumbrados; tampoco toleraríamos, por ejemplo, un profesor dando clases en calzoncillos”.

Preguntada por si las piscinas deberían reservar un tiempo solo para mujeres, contesta sin dudar que no. “Las que estén incómodas porque hay hombres, pueden ir a gimnasios femeninos. En Tarragona hay unos cuántos”.

A Aasri le gustaría que, en vez de debatir sobre un trozo de tela, se conociera más el contenido de su religión, que aboga por la paz y la convivencia. Pero ya que el debate existe, hace un llamamiento para abordarlo con “prudencia” porque "a una sociedad demócrata se le exige respetar las libertades de las personas, y a éstas, respetar los principios de esta sociedad”. ESTER CELMA

MIMOUNTZ MOHAMED HAMMU. Melilla

“A LOS ESPAÑOLES NO LES PEGA SER XENÓFOBOS. SIEMPRE HAN TENIDO UN CORAZÓN DIFERENTE AL RESTO"

Mimountz Mohamed Hammu es melillense y musulmana desde hace varias generaciones y sus ancestros se remontan al pueblo bereber. Con este bagaje sabe muy bien cuál es la relación que los españoles mantienen con sus vecinos islámicos.

“A los españoles no les pega nada ser xenófobos. Siempre han tenido un corazón diferente al resto. España ha sido siempre un país de emigración y ahora lo sigue siendo. Y a los países a los que ahora emigran los jóvenes los tratan tan mal como hacían con sus abuelos”. Por esta razón no comprende el rechazo que “lo diferente” despierta cada vez más en nuestro país.

La joven trabaja de educadora social y es la presidenta de la Comunidad Islámica Al-Ihsan de Melilla. Desde su puesto observa alarmada cómo crece ese rechazo en las redes sociales y en el día a día de la calle. “Si llevas velo, como yo, no es fácil enciontrar trabajo. Hace poco tuve problemas con la foto del carnet de identidad”, cuenta con tristeza. También está perpleja con la polvareda levantada por el ‘burkini’. “¿En la playa cada uno va como quiere, no? Hay quien lleva taje de buzo, de windsurf o se desnuda y nadie pone pegas”, afirma. Ella no suele ir a la playa pero reivindica el derecho a vestir como quiera en cualquier lado. “Los hay que van de 'hippies', de 'hipsters', ¿por qué yo no me puedo tapar los brazos y la cabeza? Es mi forma de ver la vida”, razona. MANUEL VILASERÓ

RAMIA CHAOUI. Barcelona

“QUE UNA MUJER HAGA UNA ENTREVISTA DE TRABAJO CON VELO DEBERÍA SER NORMAL, Y QUE USE 'BURKINI' TAMBIÉN"

Graduada en Administración y Dirección de Empresas (ADE) por la Universitat de Barcelona, joven y emprendedora, ‘youtuber’ con más de 6.400 seguidores en las redes sociales. Y musulmana usuaria de velo. Ramia Chaoui, 23 años, se compró su primer 'burkini' hace ya un tiempo por internet y asegura que nunca ha tenido problemas cuando lo ha utilizado.

“Lo llevé en un parque acuático en Marruecos y no se me hizo ningún desgarrón ni se me enganchó en ningún tobogán”, afirma, después de comentar lo incomprensible que es para ella que este atuendo esté prohibido “por razones de seguridad” en algunas zonas de ocio de la costa catalana.

Ella lo usa, argumenta, “por comodidad y porque con él las mujeres pueden ejercer su derecho a la intimidad, algo que hasta ahora era difícil”. “Soy perfectamente consciente de que aquí, cuando estoy en la playa, la gente me mira. Pero la verdad es que eso solo dura un momento... Y si hay alguien que insiste en no quitarme la vista de encima, yo le dedico una sonrisa y ya está”, cuenta alegre.

Hay en Ramia cierta resignación a sentirse observada. “Sí, desde que me puse el velo en el instituto”, indica. Por eso, porque lleva tantos años dando explicaciones, porque quiere normalizar la cultura musulmana, los hábitos musulmanes y sobre todo la figura de la mujer musulmana en España, Ramia puso hace un año en marcha su canal en Youtube (ramiaschannel).

“No me importa explicar tantas veces como haga falta cómo somos”, proclama. “Creo que en cierto modo estoy desempeñando una labor pedagógica -y sonríe de nuevo-. Hay que normalizar el que una mujer pueda ir a una entrevista de trabajo con la cabeza cubierta con un velo, que se la vea con el pañuelo en el cine o tomando algo con los amigos, y también que pueda ir a la playa con 'burkini'”, defiende.

El debate sobre el burkini se ha encendido estas últimas semanas entre sus seguidores. “Quizás ahora llevaban ya unos días sin hablar de nosotros, los musulmanes, y era necesario volver a hacerlo”, dice con cierto tono de ironía. “Y el Estado francés, con su paternalismo habitual, sobre todo hacia la mujer musulmana, ha dado un nuevo motivo de discusión”, agrega. ¿Paternalismo? “Es que nos hacen sentir como si fuéramos niñas… No, mejor, como si fuéramos tontas, como si no supiéramos elegir”, protesta.

La situación, prosigue, ya está ahora lo suficientemente caldeada, como para “ir y prohibir el 'burkini'”. “De todas maneras, lo más terrible de esto -denuncia- es que se vuelva a instrumentalizar a la mujer musulmana en un debate que es político”. M. JESÚS IBÁÑEZ

FATEMA MOUJAHID. Errentería, Guipúzcoa

"LAS FRANCESAS PUEDEN BAÑARSE EN MARRUECOS COMO QUIERAN"

Fatema Moujahid (59 años, Témara, Marruecos) llegó a Errentería en el 2010 gracias a su hijo, que había encontrado trabajo de cocinero. Esta feliz abuela afirma sentirse bien acogida en Euskadi, donde se encuentran varios miembros de su familia. Entre todos se esfuerzan por mantener los ritos y costumbres de su país, al tiempo que se integran en la sociedad vasca: de hecho, algunos hombres ya tienen parejas vascas y todos los niños y la mayoría de los adultos aprenden euskera.

Fatema, que lleva cubierta la cabeza incluso en casa, estuvo varios años sin llevar pañuelo, y ya de adulta tomó la decisión de volver a ponerse el hiyab. Este paso estuvo cargado de simbolismo, ya que no medió ningún hombre, y además fue compartido por todas las mujeres de su familia, incluida su propia madre. Ocurrió hace 30 años, cuando una de las hermanas de Fatema comenzó a estudiar el Corán y optó por ponerse el pañuelo islámico. Las demás acordaron seguirla. Para Fatema, además, tuvo un punto de reconexión con sus raíces, ya que había usado el pañuelo antes de casarse. Más aún, tras la boda, su marido le pidió que cubriera también toda su cara, salvo los ojos. Obedeció, pero luego dejó de usarlo. Ahora se siente orgullosa de vestirlo de nuevo, "porque es lo que debe hacer una buena musulmana".

Sonriente, asegura que no siente ningún rechazo social, y que a lo sumo alguna mujer le ha preguntado alguna vez si el pañuelo "no le da calor". Ella replica entre risas que sin pañuelo siente frío en la cabeza, de tantos años usándolo. Sorprendentemente, admite que no va a la mezquita, una costumbre que sí tenía en Marruecos, porque al centro islámico de Errenteria acuden "muchos hombres" y no se siente cómoda. También tiene una petición para el ayuntamiento de la localidad, ya que le gustaría que las piscinas municipales permitieran que al menos un día a la semana se bañen solo mujeres con niños. “Cristianas y musulmanas, pero solo mujeres, sin hombres”, reclama.

La polémica por el uso de bañadores islámicos en Francia borra la sonrisa de su cara. Ella admite que nunca se bañaría en la playa, ni siquiera cubierta de los tobillos a la cabeza, pero le parece indignante que se prohíba bañarse a una mujer con la ropa que ha elegido. "En Marruecos, las francesas pueden bañarse o ir por la ciudad como quieran. Nosotras pensamos que debemos vestir siempre ropa decorosa, pero no hacemos mal a nadie", argumenta. AITOR UBARRETXENA

HANAN EL YOUSFI. Bilbao

“LA VERDADERA LIBERTAD ES QUE LA MUJER MUSULMANA PUEDA ESTUDIAR Y TRABAJAR"

Hanan El Yousfi (31 años, Al Hocima, Marruecos) llegó a España hace 10 años. Tras estudiar en Granada la carrera de Traducción e Interpretación, se trasladó hace tres años a Bilbao. Casada con otro marroquí, tienen dos niños, a los que hablan en todos los idiomas que conocen, incluido el euskera.

Es usuaria habitual de piscinas municipales y visita la playa con regularidad; y en ambos casos utiliza el bañador islámico sin mayor problema. Le ha tocado muchas veces explicar a vecinos que no utilizan ropa islámica porque se lo ordena su marido o su padre, sino que es "una convicción nuestra, un compromiso personal”.

Sin elevar el tono, se muestra muy firme cuando defiende los derechos de las musulmanas que utilizaban el bañador islámico en Cannes. "Como ciudadanos europeos, tenemos derecho a hacer nuestras actividades diarias de forma libre". Pero enseguida lleva el tema a una reflexión más profunda: "No creo que la libertad consista en enseñar partes del cuerpo -apunta- sino en lograr que la mujer musulmana tenga derecho a estudiar y a acceder a puestos de trabajo". Sus palabras, muy medidas, son una protesta por la situación que viven varias amigas suyas, "muy preparadas", a las que en reiteradas entrevistas les han advertido de que no las contratarían si usaban el pañuelo en el trabajo..

Muy integrada en la vida bilbaína, Hanan siempre ha llevado pañuelo, y asegura que nunca ha tenido problemas de convivencia en España. Y luce su talante dialogante y abierto con los vecinos, que en muchas ocasiones acuden a ella con dudas sobre la cultura árabe o la indumentaria islámica. Una de las preguntas que más le hacen es si los hombres les obligan a vestir así. "Yo les digo que se trata de una decisión personal", sin ningún componente machista.

Pero esta joven traductora, gran conocedora del Corán, sí que considera que algunos contenidos del libro sagrado del Islam se han interpretado de forma muy machista, incluso desde traducciones poco acertadas. Como respuesta, defiende "una lectura renovada" que permita avanzar en la educación de los más jóvenes con una nueva orientación. AITOR UBARRETXENA

SORA. Badalona

"CUANDO ERA JOVEN USABA BAÑADOR. AHORA, A MI EDAD, ME DA VERGÜENZA"

Este jueves ha sido el primer día de playa para Sora, marroquí, de una edad incierta entre los 55 y los 65 años. Ha acudido a las siete de la tarde, a una pequeña cala discreta junto al puerto deportivo de Badalona, de la mano de su marido Mohamed. Y se ha dado un chapuzón. Vestida y con la cabeza cubierta con un pañuelo. “Cuando era joven solía usar bañador… De hecho, en casa tenemos una foto preciosa que me hizo mi marido cuando estaba embarazada de mi hija y yo voy en traje de baño”, explica con los ojos iluminados por un recuerdo que le es sin duda muy grato. “Fue en 1979, ¿te acuerdas?”, apostilla él. Y sonríen ambos. Para entonces ya llevaban un tiempo instalados en Catalunya.

Si Sora se baña hoy, a esa edad incierta (porque a una dama ya no se le pregunta), con su ropa de calle es por pura coquetería. “Es que ya no estoy como antes, me da vergüenza que me vean en público así”, argumenta, mientras abre los brazos para dar muestra de cómo son ahora sus formas. ¿Y con velo también? “Yo le digo que se lo saque, que puede ir perfectamente sin él”, se apresura a decir Mohamed. “Es que ya no sé verme sin él”, replica inmediatamente ella.

El chapuzón es rápido, entre risas, y cuando sale empapada del agua, Sora se limita a sacudir sus amplios ropajes. Hay más mujeres musulmanas en esa misma playa, quizás una decena. Piden que no les hagan fotos. Es su intimidad, alegan. M. JESÚS IBÁÑEZ

LEILA FERRAH. Palma de Mallorca

"NO ES CIERTO QUE LA MUJER SEA MÁS LIBRE POR IR MÁS DESNUDA"

Lleva 20 años viviendo en España y desde su cargo en el consejo de gobierno de la junta de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (Feeri) ha visto muchas veces cómo desde posturas de defensa de los derechos de la mujeres se ha argumentado que ellas, las musulmanas, visten así por imposición de su maridos o sus padres.

Leila no admite que sea así, pero aun en el caso de que “fuera una imposición del patriarcado no serían los demás los que tendrían que rebelarse, sino ella“, sostiene.

“Con la excusa de liderar los derechos de la mujer se le dice lo que tiene que hacer. ¿Es una contradicción, no?”, se pregunta retóricamente Leila, que ve otra contradicción en el hecho de pedir a las mujeres que participen en la vida pública y acabar expulsándolas porque visten diferente.

Independientemente de si la prenda gusta o no, la prohibición del ‘burkini’ es para ella una medida que “restringe” la libertad del colectivo de musulmanes y contribuye a “legitimar a los que ven a los musulmanes como un elemento extraño a la sociedad francesa haciendo el juego a los terroristas”.

Sobre sus opciones personas, Leila prefiere ser discreta. Ella lleva velo pero pese a que vive en Palma de Mallorca no va a la playa por falta de tiempo. Sí lo hace durante la vacaciones que suele pasar en Argelia, y allí va vestida sin que nadie se haya molestado nunca por ello. “Mi religión me lo pide y yo quiero vivir mi religión. Si no lo hiciera, no estaría en armonía conmigo misma”. MANUEL VILASERÓ

NAJIA LOFTI. Santa Coloma de Gramenet

“ES NUESTRA CULTURA, NUESTRA RELIGIÓN Y NUESTRO DERECHO"

“No lo llamamos 'burkini', sino bikini musulmán”, puntualiza Najia Lofti, presidenta del Centre d'Estudis i Investigació en Economia i Finances Islàmiques y vecina de Santa Coloma de Gramenet.

Esta empresaria centrada en el cooperativismo compra esta prenda en bazares musulmanes y la usa para ir a la playa con su marido y su hijo, casi siempre al atardecer. A esa hora, menos frecuentada, dice que se siente más tranquila. Llama menos la atención y también hay menos cuerpos al sol que perturben a la familia. Lofti, de 46 años, no va a las piscinas porque no hay zonas separadas para hombres y mujeres y le incomodan las miradas.

“Es nuestra cultura, nuestra religión y nuestro derecho”, afirma, con un deje de extrañeza en la voz por el hecho de que esta prenda de baño sea noticia. Al fin y al cabo, “cada uno puede vestirse como quiera”

Ella piensa que la prohibición del mal llamado 'burkini' muestra rechazo a lo musulmán, a pesar de ser “la religión que más crece en el mundo” .

A los que le reprochan que “tenéis que vestiros normales”, les replica: “Ya lo hacemos, es nuestra normalidad y no la vamos a cambiar”. Y a los que le dicen “vete a tu país para vestir así”, contesta que ya está en él. Para que no quepa duda, añade: “Conozco a mujeres españolas conversas que contestan, ¿adónde quieres que vaya, si no tengo otro?”.

Lofti proclama que usa pañuelo y el bikini musulmán porque quiere: “Es mi elección, nadie me ha obligado”. Asimismo, tacha de “muy antiguo y desfasado” el mensaje de que las mujeres musulmanas están tan sometidas que no tienen ni conciencia de que las obligan a taparse. “La gente civilizada, que ha viajado, sabe que no es así. Es justo la gente que respeta nuestra cultura. La atacan los más ignorantes”, opina.