Mientras sus principales asesores se esfuerzan por echar la culpa a las autoridades locales del estado de Luisiana por la lenta respuesta del Gobierno a la catástrofe causada por el Katrina , el presidente de EEUU, George Bush, se aplicó ayer a seguir recogiendo los platos rotos por su insensibilidad inicial a los estragos del huracán. "Haremos lo que haga falta" para ayudar a las víctimas, prometió durante su segunda gira en cuatro días por la zona devastada por el huracán.

Bush, que tardó cinco días en viajar a la región tras el desastroso impacto del Katrina , llegó acompañado de su esposa Laura para visitar centros de ayuda a los damnificados de Bethany y Baton Rouge, en el estado de Luisiana. "He venido a decir a estas buenas gentes que hay mucho que hacer", explicó mientras firmaba autógrafos y abrazaba a mujeres y niños. Pero hubo quien no pestañeó, como Mildred Brown, una refugiada de Bethany. "No me impresiona la gente importante y lo que quiero son respuestas, no apretones de manos ni fotos", espetó.

FRIA ACOGIDA La acogida de las autoridades de Luisiana a Bush fue fría, tras el plan diseñado por la Casa Blanca para culparles del deficiente manejo de la crisis desencadenada por el huracán, con el fin de proteger la imagen del presidente. La gobernadora demócrata del estado, Kathleen Blanco, no fue oficialmente informada de la gira de Bush y se limitó a visitar el mismo centro de ayuda en Bethany al mismo tiempo. Pero Blanco mantuvo las distancias con el presidente, con quien coincidió después en Baton Rouge.

La tirantez entre el mandatario y la gobernadora arranca del plan diseñado el fin de semana por el principal asesor político de Bush, Karl Rove, para culpar a las autoridades de Luisiana por la lenta respuesta a los estragos del Katrina , cuyas víctimas pueden llegar a contarse por miles.

Según fuentes republicanas citadas ayer por The New York Times , en su plan para contener el daño a la imagen de Bush, Rove organizó también la rápida serie de visitas a la zona del presidente y de su plana mayor, además de advertir a sus huestes contra la tentación de responder a las críticas de la oposición demó- crata, para no darles más vuelo.

LAS CRITICAS En Luisiana, los políticos locales reaccionaron airadamente. "Nosotros queríamos soldados, helicópteros, comida y agua, y ellos querían negociar cómo organizar los mandos", dijo Denise Bottcher, portavoz de la gobernadora Blanco, en un ataque a la agencia federal de emergencias, integrada por Bush en el Ministerio de Seguridad Nacional que encabeza Michael Chertoff. Bottcher recogió las críticas formuladas por otros políticos, que culparon a esta agencia de interferir en el reparto de ayuda a los damnificados.

Chertoff se esforzó por devolver la pelota y achacó la lenta respuesta al desastre del Katrina a la "demolición de las infraestructuras estatales y locales" causada por el huracán. Pero hasta el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, volvió a señalar irritado que la raíz del problema fue la incapacidad del Gobierno federal para hacer llegar rápidamente a la zona el personal y la ayuda necesarios.

En Washington, influyentes legisladores demócratas, como la senadora por Nueva York Hillary Rodham Clinton, señalaron que no dejarán que se entierre la desastrosa gestión de la catástrofe. En una carta dirigida a Bush, la senadora pidió una comisión de investigación como la que se puso en marcha tras el 11-S. Hillary añadió además que hará propuestas legislativas para separar a la agencia de emergencias del superministerio de Seguridad Nacional creado por Bush tras el 11-S.