Una lengua de fuego avanza desde la costa de Los Angeles y San Diego hasta México, donde se quemaron unas 20 hectáreas. Los pavorosos incendios en California --14 seguían incontrolados ayer por la tarde-- han devastado 170.000 hectáreas, han obligado a más de medio millón de personas a dejar sus casas y han convertido en escombros más de 1.500 viviendas, así como un centenar de comercios. Ante la gravedad, el presidente de EEUU, George Bush, declaró ayer el estado de emergencia, abriendo la puerta a la entrega de ayuda federal.

La Casa Blanca precisó que la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) "está autorizada para identificar, movilizar y proveer a su discreción los equipos y recursos necesarios para aliviar el impacto de la emergencia" en el sur de California. En el 2005, el Gobierno de Bush fue criticado después de que el huracán Katrina arrasara la costa del golfo de México por la lenta respuesta de la agencia y su descoordinación con las autoridades estatales.

Las llamas avanzaban ayer sin control, a una velocidad de entre 10 y 15 kilómetros por hora, a causa de la meteorología adversa, según Jerry Sanders, el alcalde de San Diego, una ciudad cubierta por la neblina del humo. Además, los vientos superiores a 80 kilómetros por hora que azotaban el sur de California, propagaron con facilidad los fuegos en una zona afectada por la sequía.

Los primeros grandes incendios se registraron el domingo en Malibú, el enclave residencial vecino a Los Angeles donde viven muchas de las celebridades de Hollywood, y en Ramona y Potrero, dos localidades cercanas a San Diego.

DOS FALLECIDOS Las autoridades locales no podían ser optimistas ayer y hablaban de más órdenes de evacuación, más incendios, más daños y más fatiga entre los bomberos. Sin embargo, destacaron que, pese a la gravedad de la catástrofe, apenas se han producido daños personales, salvo una persona que falleció el domingo y otra muerte confirmada ayer. Hay 41 heridos, entre ellos 25 bomberos.

Ayer se mantenían unos 14 focos activos e incontrolados y en la extinción trabajaban unos 6.000 bomberos, aunque el número de agentes podría aumentar con la ayuda federal. El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, convocó a 1.500 efectivos de la Guardia Nacional, incluyendo 200 desde la frontera con México, para ayudar en las tareas de evacuación.

Las autoridades mantienen activos una veintena de refugios y centros de acogida a lo largo de la zona afectada, entre ellos el estadio Qualcomm, en San Diego, donde se han alojado 10.000 vecinos del condado. La imagen allí recuerda superficialmente a los damnificados por el Katrina, aunque los testimonios hablan de mucha más organización y tranquilidad que en el Superdome de Nueva Orleans "Agradezco que estemos todos a salvo, no me importa nada más", dijo Nancy Canfield, una mujer que escapó del fuego con su familia.

ROPA Y COMIDA El alcalde de San Diego ha pedido ayuda urgente para atender a los damnificados, especialmente ropa y comida, y anunció la prevista llegada del secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, que debía aterrizar con suministros, entre ellos 25.000 catres y mantas. Por su parte, el Departamento de Agricultura enviará agentes forestales, aviones cisterna y helicópteros para combatir el fuego por aire, que es difícil de momento por el viento. Las llamas son estimuladas por un sistema climático estacional, conocido como vientos de Santa Ana. El lunes se registraron ráfagas de entre 97 y 160 kilómetros por hora. Se cree que la intensidad no disminuirá hasta hoy.