Acabo de ver un documental del National Geographic sobre animales carnívoros y herbívoros y me ha parecido un reflejo de la política actual. El país, la región, se divide en herbívoros y carnívoros que andan enzarzados en demostrar cuál es la mejor forma de comer, o mejor dicho, fagocitar. En el fondo, todo es un jodido cabaret en el que podría basarse uno de los espectáculos de La Botika. A mí, esto me cansa. Sinceramente, creo que el polémico vídeo de la actuación del grupo de teatro cacereño sólo debería servir para denunciar a los padres que tenían a sus hijos a las doce de la noche viendo un espectáculo de este tipo. Lo demás son ganas de comer hierba o carne, o mejor, intentar hacérsela comer a los demás. El cabaret es provocación, no se le puede pedir que no la tenga, es su esencia. Para los niños hay espectáculos infantiles y a otras horas. Otra cosa es discutir si la programación cultural veraniega de la Junta tiene calidad, pero qué quieren que les diga, prefiero a La Botika en los escenarios móviles que a Rafael Amargo organizando la fiesta del Chíviri. Utilizar a un grupo de teatro para iniciar una guerra es algo muy bajo. Decía el documental del National Geographic que la forma de diferenciar un animal carnívoro de un herbívoro es por sus ojos. Los carnívoros los tienen al frente de la cabeza, lo que les facilita localizar su alimento. Los herbívoros los tienen a los lados, lo que les ayuda a detectar la proximidad de un depredador. Yo añadiría una tercera clase: los que tienen el ojo en el culo. Por cierto, los que protestan han colgado el vídeo al alcance de todos en Youtube, y con subtítulos, imagino que para los niños que no pudieron asistir a la representación.