Jóvenes de extrema derecha y extrema izquierda se enfrentaron ayer dentro de un vagón de metro madrileño y la reyerta acabó con un muerto y ocho heridos. Sucedió al mediodía, a la altura de la estación de Legazpi.

La primera banda, formada por numerosos cabezas rapadas, se dirigía a una marcha, organizada por las Juventudes de Democracia Nacional, en contra de la inmigración (una de las dos que se celebraron en Madrid) cuando se topó con varios jóvenes autodefinidos como antifascistas que también acudían al mismo acto, solo que con un propósito opuesto: reventarlo para mostrar así, según su propia versión, que defendían el fenómeno migratorio. El fallecido, llamado Carlos, de 16 años y perteneciente a este último colectivo, sufrió heridas de arma blanca en el corazón. Los efectivos del servicio de Emergencias, que montaron un hospital de campaña junto a la boca de metro, intentaron reanimarle durante cerca de media hora. Fue imposible.

Poco después, la policía municipal detuvo al presunto homicida, Josue E.de la H., de 24 años, quien había sido hospitalizado, al igual que varios de los otros heridos. El más grave, un joven de 19 años, sufrió un corte severo en el tórax, pero ayer se encontraba estable y fuera de peligro. El resto de los lesionados fueron de escasa consideración: tres jóvenes con heridas leves de arma blanca, un policía que recibió el impacto de una botella, un vigilante de seguridad privada que tuvo una crisis de ansiedad y un hombre, sin ninguna relación con la pelea, que sufrió una caída en el metro.

SENTIMIENTO DE VENGANZA La muerte del menor acuchillado motivó que cerca de 500 jóvenes se concentraran después, ya por la tarde, en la Puerta del Sol para protestar por lo ocurrido, en un día en el que otras ciudades, como Barcelona, Zaragoza y Valladolid, también acogieron actos del mismo tipo. Entre cánticos de "¡vosotros, fascistas, sois los terroristas!", "¡viva la lucha de la clase obrera!", "¡Madrid será la tumba del fascismo!" y "¡esta noche, disturbios en los barrios!", muchos de los congregados dijeron que querían vengarse. En el acto no había ni rastro de inmigrantes. De hecho, los únicos foráneos en los alrededores del lugar eran los turistas habituales y un nutrido grupo de evangélicos de origen latinoamericano que se dedicó a proclamar su fe en Dios y a tratar de captar nuevos adeptos para su credo.

"Mi colega y yo estamos dispuestos a todo", aseguró un joven armado con un puño de hierro. El ambiente era tenso. Tanto, que varios encapuchados, al grito de "¡televisión, manipulación!" amenazaron a los cámaras que trataban de grabar la escena. La concentración terminó cuando, de forma improvisada, dos centenares de los congregados se dirigieron a la Gran Vía, la cortaron en uno de sus sentidos, y, ya de paso, quemaron varios contenedores de las calles aledañas, justo antes de que la policía los disolviera.

En Barcelona, mientras tanto, unos 200 jóvenes antifascistas se manifestaban en la plaza de Sant Jaume bajo los lemas Fuera Nazis. Ninguna agresión sin respuesta y Basta de impunidad. Plantemos cara al fascismo. Durante la marcha, que obligó a cortar la Rambla en un sentido, se mantuvo un silencio solemne que solo se rompió con gritos contra los neonazis y a favor de la lucha contra el fascismo, así como cuando se recordó a otros jóvenes asesinados por grupos fascistas. Al llegar a la plaza de Catalunya, informa Sergi Estudillo, se guardó un minuto de silencio por el joven asesinado horas antes en Madrid.