La medicina regenerativa ha puesto sus esperanzas en las células madre por poder transformarse en los diferentes tejidos del cuerpo humano, pero no ha logrado un método fiable para que evolucionen hacia un objetivo determinado. Queremos células cardiacas y en los cultivos obtenemos, por ejemplo, células óseas. El proyecto Cellprom empieza a dar sus primeros frutos en este campo con una tecnología sorprendente: estimular los tejidos indiferenciados por el contacto con el material en donde se colocan. Es como cadena de montaje con herramientas miniaturizadas. Las superficies donde se posan las células madre miden un centímetro cuadrado y son aparentemente lisas, pero una visión al microscopio detecta enseguida infinidad de extrañas estructuras rugosas de altura variable. Forman círculos como botones, pinchos, líneas rectas y otros diseños geométricos. Debajo de cada célula puede haber centenares. "Las células madre actúan según los estímulos, de la información, que captan por su membrana externa", resume Josep Samitier, director del Laboratorio de Nanobioingeniería del Instituto de Bioingeniería de Catalunya, en Barcelona. En situaciones naturales, las células madre se transforman y especializan por la acción de dos factores esenciales: por contacto entre ellas y por estímulos químicos como la adición de proteínas. El proyecto Cellprom, coordinado desde el Instituto Franhofer de Alemania, intenta imitar a la naturaleza en ambos aspectos.