Los atracos a bancos son una modalidad delictiva en declive porque cada vez es más difícil conseguir un jugoso botín. Aun así, de vez en cuando salta a escena algún grupo que encuentra una fisura en los cada vez más sofisticados sistemas de seguridad y hace rentable el atraco. Y precisamente eso hizo la banda que acaba de desarticular la Unidad Central de Atracos de la policía de Cataluña, dar con la fórmula para llevarse botines de hasta 120.000 euros.

La fórmula era novedosa y particular. La banda, integrada por seis personas, aunque los mossos van detrás de un par más, solo actuaba en entidades de La Caixa. Llegaban poco antes de que la oficina abriera las puertas al público, justo en el momento en que los oficinistas repartían dinero en efectivo por los diferentes mostradores. Llevaban el casco de moto puesto y simulaban que iban a sacar dinero del cajero. Sacaban un gran mazo, reventaban el vidrio en pocos segundos, accedían a la sucursal y amenazaban a los trabajadores con armas de fuego (que luego resultaron ser de fogueo).

Se llevaban todo el dinero, botines nunca inferiores a los 60.000 euros, e incluso en una ocasión le robaron el móvil a un trabajador. Un teléfono que luego la policía encontró en uno de los pisos que, tras las detenciones en Barcelona, registraron.

La Unidad Central de Atracos se puso manos a la obra. Era evidente que se trataba del mismo grupo. Las mismas sucursales. La misma violencia al intimidar a las víctimas, que en algunos casos fueron golpeadas en la cabeza. Pero un detalle llamó la atención a la policía, los atracadores cambiaban de casco en cada robo. Siguiendo estas pistas pudieron identificar a uno de los atracadores, Juan Carlos Silveira, de 41 años, que ya estuvo en prisión por atracar farmacias.