La Policía Nacional detiene en España a 99 personas, integrantes de una banda internacional de origen rumano especializada en la clonación y falsificación de tarjetas de crédito que podría haber estafado unos 6 millones de euros y que, en ocasiones, operaban en colaboración con los dueños de comercios. Se trata de grupos de ciudadanos rumanos muy bien jerarquizados y autores de cientos de hechos delictivos en toda España, aunque eran especialmente activos en Extremadura, Madrid, Castilla La Mancha y Andalucía, según informa la agencia Efe. La operación, coordinada por el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado y desarrollada junto a la Guardia Civil y agentes de Europol, ha permitido detener a otras 26 personas en varios países europeos, y a otros 318 integrantes de otras bandas de origen rumano autoras de centenares de robos con fuerza y asaltos a viviendas. Ambos operativos se activaron a partir del mes de septiembre pasado al detectarse la presencia de ciudadanos rumanos en múltiples grupos criminales que operaban en España y que se relacionaban con otras redes del exterior. Según ha informado el Ministerio del Interior, los detenidos de la operación "Pipas" actuaban en todo el territorio nacional, especialmente en la zona de Levante, Cataluña, Madrid, Canarias y Andalucía y tenía ramificaciones importantes en países de la Unión Europea, como la propia Rumanía, Italia, Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, el Reino Unido, y también Turquía. El líder de la organización, un rumano que hacía una vida perfectamente normal y habitaba un chalet en Valencia junto a su mujer, actuaba como enlace de toda la banda y viajaba habitualmente al extranjero para coordinar la red criminal. El modus operandi para la clonación de las tarjetas era sencillo aunque sofisticado. Copiaban la numeración de las tarjetas mediante un lector instalado en cajeros automáticos o directamente cambiaban los terminales de venta de los comercios -conocidos como TPV o datáfonos- por otros idénticos que guardaban los números. Esta manipulación se llevaba a cabo en algunas ocasiones con la connivencia de los dueños o los empleados de los comercios y, en otros, se cambiaba el terminal por otro idéntico sin el conocimiento del propietario. Después, conocidos los números y las claves secretas, se duplicaban las tarjetas en ocho laboratorios clandestinos y se expedía documentación falsa a nombre de los titulares. La mayoría de los defraudados eran ciudadanos norteamericanos o canadienses aunque después se optaba por duplicar las tarjetas de bancos y cajas españolas, especialmente de la Comunidad Valenciana. El fraude global detectado supera los seis millones de euros. En los 48 registros practicados, las fuerzas de seguridad se han intervenido de 800 tarjetas ya falsificadas, 15 ordenadores, 6 impresoras-escaner, 3 máquinas plastificadoras, memoria USB, lectores-grabadores de tarjeras, tarjetas en blanco, unos 100 teléfonos móviles y gran cantidad de dinero, joyas y relojes. De forma paralela y en el marco de la operación desarrollada contra las bandas de origen rumano, la Guardia Civil ha detenido desde octubre de 2007 a otras 318 personas, vinculadas al crimen organizado, y especializas en robos con violencia y otros delitos contra el patrimonio. Se trataba de grupos de ciudadanos rumanos muy bien jerarquizados y autores de cientos de hechos delictivos en toda España, aunque eran especialmente activos en Madrid, Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucía. El destino de los artículos robados era la venta en el mercado negro o el envío de los mismos a Rumanía.