Es la mayor tragedia que se ha vivido en aguas próximas a Canarias, con una cifra de desaparecidos que podría llegar a las 83 personas, aunque nunca podrá confirmarse el dato. Son solo referencias que han aportado a Cruz Roja los 36 supervivientes que la tarde del jueves pudieron ser trasladados a tierra. Cada uno de ellos tiene detrás de sí una historia terrible de pérdidas y esperanzas, como la del joven nigeriano que nada más tocar puerto preguntó por sus cinco hermanos y los ocho amigos que viajaban con él. O la del hombre que, desesperado, buscaba noticias de su mujer y su hijo.

Conforme pasan las horas, el drama se hace mayor. El amplísimo despliegue de rescate no consiguió recuperar más que tres cadáveres en la tarde del jueves, después de más de 16 horas de búsqueda. Las labores de rescate prosiguieron ayer con solo una patrullera de la Armada --la Conde de Gondomar , que llevaba a bordo a 12 de los rescatados con vida)-- y un buque, un helicóptero y un avión de Salvamento Marítimo. Fuentes de este organismo confirmaron que la búsqueda acabaría hoy con la luz del día.

AL OTRO LADO DEL ATLANTICO Después del mediodía del jueves, las esperanzas de encontrar a algún inmigrante con vida eran casi nulas. Tras el mediodía de ayer, ni siquiera quedaban esperanzas de encontrar más cadáveres. Los pescadores que, como los de la cofradía de Los Cristianos, conocen bien las corrientes, aseguran que los cuerpos aparecerán, si es que aparecen, al otro lado del Atlántico, como los de aquel macabro velero que quedó a la deriva con 11 inmigrantes a bordo que fueron hallados cerca de Barbados.

La mayoría de los supervivientes, de habla inglesa, proceden de Nigeria, Ghana y Liberia. El cayuco, en el que según sus relatos viajaban mujeres y niños, partió de Guinea Bissau, país con el que España aún no tiene convenios de repatriación, sino solo de buen entendimiento, por lo que tendrán que quedarse, de momento, en España.