TCtuarenta grados a la sombra: calles vacías, plazas desiertas, centros comerciales rebosantes... Retornan miles de emigrantes a los pueblos extremeños. Por la mañana, piscina y cañas; por la tarde, siesta y centro comercial. Los extremeños preparan su semana de vacaciones: un día para la ida, un día para la vuelta, tres días para la playa, dos para el parque temático. En Portugal ya celebran las bodas en los centros comerciales. Las vacaciones ideales de los niños consisten en encerrarse cinco días en los hoteles y las atracciones de Eurodisney. Los centros comerciales y los parques temáticos se han convertido en el nuevo modelo de ciudad. El espacio público se muere. La neociudad americana triunfa también en Extremadura.

La transformación de las periferias urbanas es siniestra. Proliferan los espacios hostiles a la plaza y a la calle, crecen los centros comerciales y los parques temáticos donde, bajo una apariencia de color de rosa, los ciudadanos son controlados por un plan organizado donde vigilantes, cámaras, músicas, luces, escaparates y atracciones manipulan a los individuos, que se sienten en el paraíso, pero en realidad están siendo alienados por un monstruo que elimina las relaciones humanas espontáneas y la ciudadanía libre. Las excursiones de extremeños ya no visitan los espacios liberadores del Prado, el Thyssen o el Rena Sofía, sino Xanadú . Ya no vamos a comprar y charlar a Pintores, Menacho o Santa Eulalia, sino al centro comercial, a sumirnos en el anonimato refrigerado y teledirigido de la vorágine.