Antes la gente iba a hacerse análisis de sangre. Ahora, en un mundo perfecto, hasta el más despistado tiene su genoma secuenciado. No es un seguro de vida, pero saber que tienes predisposición a padecer una enfermedad te permite prevenirla con una dieta específica y con fármacos que disparan sobre las células enfermas sin tocar a las buenas. A las malas, si no hay más remedio que cortar, la investigación en células madre permite crear órganos artificiales con el mismo código genético. "Todo esto es la frontera hacia la que camina la investigación. Más pronto que tarde, el cáncer será una enfermedad crónica, como la diabetes, y se vencerá a los otros dos grandes asesinos: los problemas cardiovasculares y las enfermedades neuronales", señala el oncólogo Manel Esteller (foto de abajo). El investigador advierte de las reflexiones que la sociedad afrontará: "Habrá que crear políticas de discriminación positiva para las personas con el genoma tocado y así evitar marginaciones. También habrá que pensar qué hacemos con una población que podrá llegar a los 120 años". En un mundo 10, algunos problemas habrán desaparecido, otros habrán cambiado de forma.