Estamos acostumbrados a ver las figuras de los Santos en iglesias y templos religiosos en general, pero en Plasencia hay imágenes religiosas que guardan y cuidan durante el año sus propios vecinos. Es el caso de Felisa Herrero Alonso, que a sus 79 años, tiene un lugar en su casa para San Sebastián. Este es un Santo especial porque todos los años sale en procesión por las calles del barrio con motivo de las fiestas vecinales de San Fabián y San Sebastián. Hoy precisamente, día grande de sus fiestas, volverá a salir el Santo.

¿Cómo llegó San Sebastián a la casa de Felisa? Ella misma cuenta que antiguamente había una iglesia en el barrio que posteriormente se convirtió en escuela y donde permanecía el Santo, "pero también había una Inmaculada y el Crucifijo, que ahora tienen también otros vecinos", explica.

Lo que sucedió después es que "como había muy pocos niños, se cerró la escuela y se deshicieron de los Santos". Su hija Puerto Marín, a la vez presidenta de la asociación vecinal de Los Mártires, recuerda que "antiguamente se tiraban las cosas al río y fue lo que hicieron, pero los vecinos no querían que se perdieran los Santos y los recogieron".

San Sebastián fue a parar a Claudio Mateos, primo político de Felisa, que lo conservó hasta que tuvo que marcharse del barrio con su mujer para vivir en la residencia de mayores de San Francisco. Con él se fue el Santo, pero Felisa cuenta que "al morir, su mujer que es mi prima, me lo cedió para que siguiera estando en el barrio porque una vez al año había que ir a buscarlo para sacarlo en procesión por las fiestas del barrio".

Así, hace ya diez años que Felisa le ha hecho un sitio en su casa: "Yo lo tengo guardadito y tapado con un plástico y de ahí no se mueve. Le quitamos el polvo y cuando llegan las fiestas, lo sacamos y lo colocamos en sus andas para llevarlo en procesión".

Está orgullosa de ejercer de canguro de San Sebastián --"Me gusta cuidarlo", dice-- y también de mantener una tradición vecinal que se ha alargado en el tiempo. Además, su intención y la de su prima es, en principio, que cuando ellas falten el Santo permanezca en el barrio.

"Hemos dejado por escrito que cuando mi prima Eugenia o yo fallezcamos, alguno de sus hijos o de los míos se quede con él. Si ninguno quisiera, entones se trasladaría de vuelta a San Francisco, donde ha estado muchos años", afirma.

Porque lo que Felisa tiene claro es que "el Santo era del barrio y aquí estará todo el tiempo que se pueda y luego volverá a San Francisco porque lo que queremos los vecinos ni la asociación es que no se lo lleve nadie".

De momento, hoy, a partir de la una de la tarde, volverá a recorrer las calles de Los Mártires a hombros de sus vecinos como colofón a sus fiestas.