La huelga de los empleados de mantenimiento del Metro de Londres, que hoy cumple su segunda jornada, ha provocado un caos en la capital británica, donde diez líneas de las doce que componen el servicio se han visto afectadas. Sólo funcionan sin interrupciones las líneas Jubilee y Northern, mientras que Picadilly opera parcialmente y las otras nueve están totalmente suspendidas con las estaciones cerradas.

El paro, de tres días de duración, afecta a más de tres millones de pasajeros, que esta mañana intentaban llegar a sus puestos de trabajo en autobús, más abarrotados que de costumbre, en taxis y en transporte privado, con las consiguientes complicaciones en el tráfico rodado. También se apreciaba un incremento en el número de ciclistas que hoy recurrieron a ese medio para llegar a tiempo a sus lugares de destino.

Según fuentes del Sindicato de Transporte del Reino Unido, más de 2.300 trabajadores secundan la huelga de 72 horas, que si no se desconvoca podría afectar a la red hasta el viernes, para reclamar garantías de mantenimiento de empleo después de que Metronet, consorcio que gestiona las infraestructuras del Metro, se declarara en bancarrota el pasado julio.

Exigencias de Metronet

Metronet, empresa privada contratada por la alcaldía de Londres, se declaró en situación de quiebra al recibir unos 400 millones de libras menos de lo que esperaba de la sociedad pública titular del ferrocarril subterráneo más antiguo del mundo, que data del año 1863. En una reunión celebrada el jueves pasado con los sindicatos, el alcalde de Londres, Ken Livingstone, aseguró que los empleados no serán transferidos a otras empresas del consorcio y que no habrá reducciones de plantilla durante la etapa de bancarrota.

Sin embargo, el secretario general del sindicato, Bob Crow, señaló que la carta que recibieron de Metronet no les daba las "claras garantías" que piden acerca del mantenimiento de sus empleos, los posibles traspasos y las pensiones. Los sindicatos amenazan con organizar otra huelga de 72 horas a partir del próximo 10 de septiembre si no obtienen los compromisos que persiguen. Desde el 2003 y por iniciativa del anterior primer ministro británico, Tony Blair, la compañía pública "Transporte de Londres" asumió la gestión de la red metropolitana junto con una serie de firmas privadas, entre ellas Metronet, pese a la oposición del propio alcalde.