En el hotel barcelonés donde se hospeda, el capitán del Prestige , Apostolos Mangouras, no se encontrará con ningún miembro del Gobierno. Paradójicamente, es lo que le ocurrió en A Coruña, cuando, al salir de la cárcel, pernoctaba en el mismo hotel donde se alojaban el vicepresidente del Gobierno Mariano Rajoy y el comisionado del Prestige , Adolfo Martín Villa.

Mangouras, que abandonó la cárcel de Teixeiro (A Coruña) el día 7 después de haber pasado casi tres meses en prisión preventiva, ha escogido Barcelona para vivir hasta que se celebre el juicio por el naufragio del petrolero. Ayer pasó su primer día en la capital catalana después de aterrizar, el miércoles por la noche, en el aeropuerto.

Escogió un hotel de cinco estrellas donde, acompañado de su mujer, su abogado y dos escoltas privados vivirá hasta encontrar un piso. En la planta númeo 12 del hotel, una silla en el pasillo junto a una puerta, ocupada permanentemente por uno de los escoltas, delataba ayer la presencia del capitán griego. El establecimiento hotelero adoptó todas las medidas pertinentes para preservar su identidad y evitar su localización. Mangouras no se registró con su nombre. Al menos esa era la respuesta al telefonear y preguntar por él en la recepción. Además, numerosos guardias de seguridad escudriñaban el hall cada cinco minutos.

Porque lo que busca el capitán griego, que cumplió sus 68 años en prisión, es, sobre todo, la tranquilidad que da el anonimato. Y es que Barcelona no es A Coruña. Es más grande y, por lo tanto, más anónima. Además, los barceloneses no han sufrido en sus carnes el desastre, a todos los niveles, que han padecido los gallegos. Mangouras quiere relajarse empezar a olvidar. Confía en hallar en Barcelona a su aliada.