Unos 300 presos de la cárcel valenciana de Picassent, algunos de ellos condenados por delitos sexuales y por violencia machista, presenciaron el pasado día 2 un espectáculo de alto voltaje erótico, que fue tolerado por la dirección del centro penitenciario, según ha denunciado el sindicato de prisiones Acaip. Tras conocer el caso, la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, ha solicitado un informe al director de la cárcel, Ramón Cánovas, para que justifique la organización de la función, explique si conocía que iba a tener lugar y averigüe si alguna de los presentes se sintió ofendido, según confirmaron a la agencia Efe fuentes de este departamento.

La denuncia del sindicato, hecha pública en su web, asegura que una bailarina se desnudó totalmente, se embadurnó el cuerpo con leche condensada, se acercó a los internos para que pudieran frotarse con ella, tocó los genitales a un grupo de reclusos e, incluso, llegó a introducir un vibrador en la boca de, al menos, uno de ellos.

El sindicato subraya que el número porno fue presenciado por una de las subdirectoras de tratamiento del centro penitenciario, quien "en ningún momento ordenó la paralización del mismo", mientras que sí lo hicieron varias funcionarias, quienes "se sintieron degradadas e, incluso, alguna llegó a temer por su integridad", aunque Instituciones Penitenciarias aseguró que el comportamiento de los reos fue "normal".

Aunque estos números eróticos no está prohibido en el reglamento interno de las prisiones, a Gallizo "no le parecen apropiados" para ser representados en estas instalaciones de seguridad. Así se lo ha hecho saber al director de Picassent, a quien le ha solicitado un informe sobre lo sucedido.