El cardenal Carlo Maria Martini, el eterno papable de la progresía católica, reabrió el domingo la polémica en el seno de la Iglesia sobre los derechos que asisten a los enfermos terminales al reclamar que las leyes regulen "la posibilidad del rechazo --informado-- de la terapias cuando sean consideradas desproporcionadas por el paciente". Las palabras del antiguo arzobispo de Milán fueron recibidas con agrado por la esposa y los amigos de Piergiorgio Welby, el italiano conectado desde hacía nueve años a un respirador artificial que en diciembre fue ayudado a morir por un médico, tras haber manifestado que ése era su deseo. El cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, le negó entonces los funerales.

No es la primera vez que el jesuita Martini, una de las cabezas más brillantes de la jerarquía católica, se refiere a la necesidad de suavizar la postura intransigente que el Vaticano mantiene sobre la materia.

En un artículo publicado por el diario Il Sole 24 Ore , el purpurado, próximo a cumplir 80 años, subraya la importancia de distinguir entre "eutanasia y abstención de ensañamiento terapéutico". Una se refiere a "la intención de acortar la vida, causando positivamente la muerte".