TLta iglesia extremeña no ha montado demasiado revuelo con el tema de las uniones homosexuales. Se conoce su postura, pero ni los obispos ni el arzobispo han realizado declaraciones altisonantes ni han protagonizado ningún rifirrafe llamativo. Rodríguez Ibarra también ha procurado no entrar en el tema a fondo y ha huido de manifestar cualquier heterodoxia doctrinal como acostumbra a hacer en los temas religiosos, manteniendo así esa Pax Extremeña en la que la Iglesia y la Junta se encuentran muy cómodas. Sin embargo, Carlos Floriano sí ha hablado sobre el tema de los homosexuales y supongo que no le quedaba más remedio que tomar partido: es lo que se espera de un jefe de la oposición, que fije su espacio y sus posturas.

El problema es que Floriano no es un reaccionario visceral como Acebes ni se atreve a ser un progresista-liberal radical como Ruiz Gallardón y al final, ha tenido que hilar fino. O sea, sí, pero no. Sí a la unión entre homosexuales y sí a la equiparación de derechos entre parejas homo y hetero, pero no a que las uniones gays se llamen matrimonio y no a que puedan adoptar hijos.

Lo malo que tiene hilar tan fino es que acabas por no contentar a nadie e irritas bastante a los homosexuales, al contrario de lo que hacen Ibarra y los obispos con su silencio discreto: que todo el mundo sabe lo que piensan, pero ellos no lo sueltan por el altavoz y así todos contentos y nadie se enfada ni polemiza. Es lo que tiene ser líder de la oposición en Extremadura, que no puedes ser florentino y escurridizo y a veces acabas escaldado.