TSte debe tener mucho cuidado con los eslóganes. La gente no suele ser muy dada a olvidar y es un poco quisquillosa con el pasado ajeno. En este país tan aficionado a donde digo Diego, OTAN, de entrada, no, o Marbella limpia de chorizos, son muestras de lo peligroso que es confiar en la amnesia colectiva. Póntelo, pónselo se hizo más famoso con la corrección de la Conferencia episcopal, propóntelo, propónselo, y más aún con el rap de corte ajeno, que rima bombo con coco, en un lirismo espeluznante parecido al si mi boca fuera pluma y mi corazón tintero, con la sangre de mis venas, escribiría te quiero, que recitan los adolescentes con un matiz masoquista susceptible de análisis. El problema es que los eslóganes se crean para atrapar la memoria y es difícil eliminarlos cuando conviene. Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo, se instaló en nuestras vidas como la chispa de la vida, Hacienda somos todos o vuelve a casa vuelve. Del caserío me fío nos ha acompañado desde hace cincuenta años, con esos triangulitos de queso forrados de papel plata que han formado parte de la merienda de todos los españoles. Ahora la fábrica se traslada a Bélgica y deja en el paro a casi doscientas personas. Es lo que tiene fiarse de un queso, que se empieza por ahí y se acaba confiando en los bancos, que se guardan el dinero de las familias y las pymes. Y es que el dinero público es de todos, hasta de los bancos, que lo necesitan para que lo que vaya mal siga siendo público, y lo que tiene beneficios, privado. Es tan seguro fiarse de un queso como de los que manejan la economía. El resultado es igual de triste y pringoso.