Las lágrimas del día brillaban en los ojos de Daniel, trabajador de Enciclopèdia Catalana, cuando muy discretamente entró ayer en el local de la administración de lotería número 1 de Castelldefels, para agradecerle a Anna, una de las vendedores, que le entregara a última hora del martes, antes del cierre, un décimo del 58.588. Quedaban muchos boletos de ese número, tan poco popular entre los compradores que solo se vendieron siete de las 60 series. Los 530 décimos devueltos habrían supuesto 106 millones que ahora van a parar a Hacienda. Buena parte de los ganadores son del municipio.

Los 14 millones restantes sí se quedan en Castelldefels, 200.000 euros de ellos para Daniel y su pareja, Carol, que le esperaba fuera, también llorando. Sí, confesaban en voz baja, les había tocado. Poco después, el rodillo mediático se les echó encima y se secaron esas sinceras lágrimas. "Solo veníamos para dar las gracias a la vendedora, no para este espectáculo", musitaba Daniel antes de ir a por la moto.

La pareja fue la primera agraciada en acudir al céntrico establecimiento, poco después de enterarse "por televisión" de su suerte. Luego seguirían otros, tanto o más eufóricos que Josep Suñer, el administrador que repartió aquel 58.588 tan poco popular, pero igualmente tan celebrado. Los 14 millones supieron a gloria, a cava, a la habitual felicidad compartida en estas ocasiones. "Es lo mismo que cuando lo ves por televisión", decía un hombre por teléfono.

Había ambiente, porque Suñer, que hace poco relevó a su madre, había abierto por la mañana. "Teníamos la televisión encendida --decía--. Cuando salió el número, aún no nos dimos cuenta de que lo habíamos vendido, no es uno que tenemos habitualmente. Fue al decir que se había vendido en Castelldefels cuando se nos encendió la luz".

Al abrir por la mañana, debió de tener el mismo presentimiento que Paco, el marido de Paca, que sabía que el primer premio tocaría en un ocho. "Compró aquí todos los décimos que acabaron en ocho", explicó su hija, Mónica. Uno fue el bueno para esta familia que regenta, entre el matrimonio y sus dos hijas, una cafetería cercana. "Un viaje, y seguir trabajando" es el plan.

SUERTE DOBLE Doble suerte tuvo también María Fernández. Había comprado dos décimos y pensando en los 400.000 euros se le quedó "la mente en blanco". "Ayudaré a algún familiar que lo necesite", decía cuando se había recuperado un poco, sin darse cuenta aún de que suelen aparecer muchos familiares y amigos necesitados cuando a una le sonríe la suerte.