TEtl concepto de Navidad que me fabriqué en la infancia quedó ligado para siempre a los barbudos. Los Reyes Magos, Papá Noel, Iturriaga (me encantaban aquellos torneos navideños de baloncesto)- Todo esto me ha venido a la cabeza al leer estos días en la prensa las soluciones que el Gobierno cubano busca en la sanidad madrileña a los problemas de salud que padece Fidel Castro , uno de los máximos exponentes del gremio de los barbudos. Además, he recordado que cuando enfermó muchos aseguraban que el dictador no llegaría a las uvas, que es otro de los elementos claves en las señas de identidad de mi Navidad.

Una vez leí que cuando se conocieron Albert Einstein y Charles Chaplin , el científico se dirigió al actor con gran fascinación: "Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal, que todo el mundo le comprende y le admira". Tras escucharlo, Chaplin apuntó: "Lo de usted es mucho más digno de respeto, porque todo el mundo le admira y prácticamente nadie le comprende". Eso es lo que me pasaba con la tradición de las uvas y eso es lo que creo que le ocurre a muchos con Castro, que le admiran, aunque realmente no le entiendan.

Hace unos años supe que la tradición española del 31 de diciembre de tomar 12 uvas al compás de las 12 campanadas se debía realmente a motivos económicos. En 1909 hubo un excedente en la cosecha de uvas y los productores, a la desesperada, inventaron un método para deshacerse de lo que les sobraba. Aquello gustó tanto que terminó convirtiéndose en una tradición. Así que lo de las campanadas era fácil de entender, pero lo de Castro, si tuviéramos que explicarlo, nos darían las uvas Feliz año.