Aunque no volverá a entrar en funcionamiento hasta la primavera, el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN) inauguró ayer de modo oficial, con boato y ante 1.500 invitados, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, en inglés). Los responsables del CERN quitaron importancia a la avería que el 19 de septiembre obligó a parar la actividad de la máquina del big bang nueve días después de su arranque. Para ellos, el contratiempo no cambia las perspectivas del proyecto, cuyo coste es de 4.000 millones de euros y con el que se quieren desentrañar los misterios del Universo.

"El LHC es un proyecto audaz, que ha necesitado más de 20 años de planificación y que nos permitirá investigar el 96% del universo que nos es desconocido, y aunque hoy es una fiesta, no puedo negar que siento decepción por el incidente que ha obligado a parar la máquina", dijo Robert Aymar, director general del CERN. La inauguración estuvo presidido por Pascal Couchepin, el presidente suizo; François Fillon, primer ministro francés, y los ministros de Ciencia de los países miembros del proyecto. Un concierto audiovisual, un bufet de gastronomía molecular servido por el cocinero italiano Ettore Bocchia y otros actos amenizaron el evento.

El LHC dejó de funcionar por una fuga de helio. Tras ser reparado, el anillo de 27 kilómetros de perímetro se deberá enfriar hasta los 271 grados bajo cero. Esta es la principal causa de que la gran máquina no vuelva a funcionar hasta entrado el 2009.