No hay ni un solo investigador de la policía autonómica catalana que recuerde una semana como esta que termina hoy. Agosto cumple 10 días y hasta ayer por la noche se habían contabilizado cuatro homicidios, más las muertes que han obligado a trabajar a los policías hasta certificar, después, de que se trataba de fallecimientos naturales. El viernes, cuando la ciudad todavía no se había recuperado del espantoso hallazgo del cadáver troceado de un hombre en el interior de dos contenedores, sobre las once de la noche, dos hombres, todo indica que atracadores, atestaron una puñalada mortal a un joven paquistaní de 16 años, hijo de los dueños del locutorio en el que fue asesinado.

Hay agentes del grupo de homicidios de Barcelona que empezaron el miércoles trabajando en el asesinato a puñaladas del vigilante, argentino, de un párking y han ido empalmando horas pasando por el hombre descuartizado y el joven apuñalado ayer. Del crimen del viernes por la noche ha trascendido que una persona alertó a la policía para explicar que había visto a dos hombres salir corriendo de un locutorio y que había visto, en el interior del establecimiento, al joven estirado y sangrando.

Los servicios médicos no pudieron hacer nada por salvar la vida al adolescente, que murió de una puñalada en el tórax. Las primeras informaciones apuntan la posibilidad de que los dos hombres a los que un testigo vio salir corriendo del locutorio entraron para robar. Los hermanos de la víctima aseguraron que los asesinos le robaron un móvil y un ordenador portátil, pero no tocaron la caja registradora.