En mi repaso por la fauna que puebla los centros comerciales quiero poner hoy la mirada sobre los representantes de lo que llamo el ´chandalismo ilustrado´. Son como los que siempre llevan la camiseta de la Roja, pero algo más finos; de ahí, lo de ´ilustrado´. Tienen aires de hombres de negocios. Van afeitados y con pinta de no haber hecho deporte nunca. Pero el chandal tiene ese aquel mágico que parece que confiere a quienes lo llevan la facultad de deportistas sin haber dado apenas un brinco. Es un chandal de marca, nuevecito, sin un jirón, como si dijéramos ´de vestir´. Llevan en un coche de gran cilindrada a la familia a comprar al Eroski o al Carrefour para después irse al campito todo el finde.

El ´chandalismo ilustrado´ es también una gran canción de Gekco Turner . El chandal es la prenda más cómoda del mundo y que llega incluso a poseer a quien la luce, como si fuera un demonio. Yo, de hecho, cuando me lo pongo los sábados me entran ganas de cantar rap o hip-hop. Es ponérmelo y abandono mi silencio y quiero dar discursos de cuatro horas, como si estuviera poseído por Fidel Castro . Y es que el chandal también abduce a los políticos y son muchos los que lo llevan. En ese caso se llama

´chandalismo revolucionario´, como el de Hugo Chávez o Ahmadineyad , dos líderes nacionales que se esfuerzan en parecer dinámicos y cercanos, pero ya sabemos de qué pie cojean ambos. Yo estoy últimamente sufriendo un cuadro grave combinado de ´chandalismo´ y ´zapatillitis´, los fines de semana o los festivos como hoy. Menos mal que es como una gripe y el lunes todo mi ser se recompone. Refrán: De mala ropa no sale un buen traje.