El ciclón Xynthia barrió ayer, con ráfagas de viento de más de 200 kilómetros por hora, los últimos rincones del golfo de Vizcaya, e inicio una cruenta incursión hacia Europa, donde en pocas horas dejó el triste balance de 45 personas muertas en Francia. Tras haber mantenido en alerta a la mitad norte de España durante buena parte del fin de semana, la bautizada como tormenta perfecta dejó, tras su paso por la península Ibérica, un saldo de tres fallecidos y ocho heridos, además de innumerables cortes de suministro eléctrico y la cancelación de más de un centenar de vuelos.

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, agradeció la prudencia y responsabilidad mostrada por los ciudadanos, lo que, a su juicio, permitió reducir considerablemente los riesgos. También alabó la actuación de los servicios públicos y la coordinación que durante las horas de alerta hubo entre las comunidades autónomas y el Estado, que pusieron en marcha un dispositivo que estuvo de guardia toda la noche del sábado al domingo.

En Francia, Xynthia se abatió con virulencia sobre la fachada atlántica, donde fallecieron al menos 45 personas en distintos percances causados por las fuertes rachas.

AHOGADOS EN CASA El balance aún podría aumentar, puesto que al cierre de esta edición varias personas continuaban desaparecidas. La fuerza del mar rompió algunos diques de contención y urbanizaciones enteras de la costa quedaron totalmente inundadas. El agua subió con tanta fuerza y rapidez que la mayoría de víctimas fallecieron ahogadas en sus casas la noche del sábado al domingo.

Tras una reunión de crisis del Gobierno, el primer ministro, François Fillon, calificó la situación de "catástrofe nacional". El presidente, Nicolas Sarkozy, visitará hoy las zonas más afectadas, en los departamentos de Vendée y Charente-Maritime. Las imágenes de viviendas y granjas cubiertas de agua hasta el tejado y de las embarcaciones arrastradas hacia el interior eran impresionantes. Un millón de hogares se quedaron sin electricidad y el viento alcanzó los 147 kilómetros por hora en la estación situada en la torre Eiffel.

Pese a la alerta y las medidas de prevención, algunos diques cedieron ante la extraordinaria subida de las aguas, debida a la asociación de una fuerte marea con las olas y el viento. Fillon anunció un plan para reconstruir y reforzar los diques, algunos de los cuales datan de la época de Napoleón y apenas han sido renovados. En el resto del país, la tormenta alteró las comunicaciones ferroviarias y aéreas. En los aeropuertos de París el 63% de los vuelos se vieron afectados por importantes retrasos y, solo en el de Charles de Gaulle, Air France tuvo que suspender más de un centenar de conexiones.

Los efectos del ciclón fueron menos dramáticos en Bélgica --donde un hombre de 60 años murió, al golpearle un árbol abatido por el viento--, mientras que en Alemania la cifra de muertes provocadas por la tormenta ascendía a cuatro personas, a última hora de anoche. Los vientos huracanados obligaron a cerrar la autopista central del país, la A3, a la altura de Fráncfort, ciudad en la que tuvo que cerrar también la estación central. El aeropuerto, el más importante del continente, sufrió también limitaciones en su funcionamiento, lo que obligó a cancelar más de 240 vuelos.

TRES MUERTOS EN ESPAÑA Pese a que finalmente los efectos del ciclón fueron más suaves de lo esperado, la borrasca provocó tres muertes: la de una mujer en Ourense, que murió aplastada por el muro de una finca, y la de dos personas en Burgos, que murieron tras chocar su coche contra un árbol caído.