TStospecho que hay muchos cacereños que cambiarían el Ave a Madrid y la autovía a Badajoz por un Ikea en Capellanías y El Corte Inglés en Las Carmelitas. Lo del Ikea está difícil, así que habrá que seguir reivindicando el tren rápido, pero lo de El Corte Inglés marcha viento en popa. Desconozco los estudios de mercado que ha hecho El Corte Inglés para situar Cáceres en sus planes de expansión. Quizás los datos económicos no sean categóricos, pero los intangibles sí certifican que el gran almacén será rentable. Los intangibles tienen que ver más con los sentimientos, las expectativas, los deseos y las emociones que con las estadísticas. Por ejemplo, la calidad de vida en Extremadura se mide por el número de hospitales, colegios, carreteras, empresas, parques, bibliotecas... Sin embargo, habría que tener en cuenta también intangibles como el silencio, el aire puro, la naturaleza, la inmediatez del campo, la tranquilidad...

Isidoro Alvarez, gran patrón de El Corte Inglés, y su equipo han interpretado los intangibles y han descubierto que El Corte Inglés es a Cáceres lo que el cielo al buen cristiano. Sólo con oír ese nombre, se dilatan las pupilas de los cacereños, se dispara la ansiedad, se segregan jugos gástricos, se pierden los controles. En la ciudad feliz , la BMW, la ITT o una filial de Microsoft serían bienvenidas, pero sólo la llegada de El Corte Inglés es capaz de monopolizar las conversaciones durante una semana y no tanto por sus 600 puestos de trabajo cuanto por el orgullo de tenerlo y el placer de pasearlo.

*Periodista