TEtn sueños se me aparece el ángel de la espada de fuego y me expulsa del Edén mientras me arroja un puñado de maldiciones bíblicas: vagarás por el mundo con el estigma de los malditos sobre tu frente, jamás pisarás la tierra prometida, explicarás a tu hija los temas de ciencias sociales sin reírte ni sonreírte. Para que vayas espabilando. Y ahí es donde me despierto, perlado de sudores y estremecimientos. Ha debido ser una pesadilla por ingestión de productos tóxicos: anoche me cené dos temas de economía de mercado. Yo escuchaba recitar tan seriecita a mi hija esas cosas que ahora les meten en la cabeza sobre la ley de la oferta y la demanda y me sujetaba la lengua para no escupir lo que en realidad pienso del asunto. Callé porque no es de recibo que una niña de catorce años contemple a su padre escupiendo veneno por un colmillo, y porque mi opinión baja nota en los exámenes. Pero mientras ella recitaba y recitaba su lección y yo asentía y asentía, mi pensamiento decía y una mierda y una mierda. Casi cinco décadas llevo vividas y hasta la presente sólo he visto gente demandando sosiego y a la que sólo ofrecen inquietudes, gente que pide a gritos que la enseñen a ser feliz y sólo recibe hipotecas y canales de televisión por cable. Si la oferta hiciera justicia a la demanda, la lista de los milmillonarios debería estar compuesta por señores como Pablo Guerrero , que cuando compuso Yo no sé lo que eras tatuó en el tiempo la canción de amor más hermosa que ahora me viene a la cabeza. Y, sin embargo, la componen mafiosos, especuladores y reyes de la cocaina. Todo lo que se puede decir sobre las ciencias sociales se encierra en la frase de Saramago : si puedes mirar, ve; si puedes ver, repara. Se lo diría a mi hija, pero eso no entra en el examen.