La vida sin memoria, decía Luis Buñuel, no sería vida. Pero, ¿quién no pagaría por borrar los malos recuerdos, por eliminar miedos crónicos o bloquear los mecanismos que llevan al adicto a caer una y otra vez en su adicción? Son opciones que cada vez están más cerca y los últimos avances en la neurología abren puertas a un mundo de posibilidades médicas y vitales acompañadas de debates éticos.

Uno de los últimos descubrimientos en un terreno que lleva siglos fascinando a filósofos y artistas, pero que hasta hace no mucho estaba casi inexplorado por la ciencia, ha tenido lugar en la Universidad SUNY en Brooklyn (Nueva York). Allí se ha identificado una molécula básica para el funcionamiento de la memoria y se ha logrado bloquearla con un medicamento en fase experimental.

Por ahora, las pruebas, de las que informó ayer The New York Times se han realizado en animales, pero los investigadores están convencidos de que la memoria funciona de forma casi idéntica en humanos. La molécula se llama PKMzeta y los científicos de SUNY descubrieron que se activaba cuando una experiencia empezaba a asentarse en el cerebro. Estudios anteriores han identificado hasta 117 moléculas que participan en ese proceso, pero los investigadores de Brooklyn comprobaron que esta jugaba un papel básico.

En los experimentos se enseñó a roedores a moverse en un espacio donde determinados puntos tenían descargas eléctricas. Una vez que los animales sufrían las descargas, evitaban esos puntos y recordaban hacerlo hasta un mes más tarde. Sin embargo, al inyectarles en el cerebro ZIP, el medicamento experimental que bloquea la PKMzeta, olvidaron casi inmediatamente la memoria y el dolor y volvieron a pisar los puntos de las descargas.

Las posibilidades de estudio son múltiples. Para el año 2050, por ejemplo, se calcula que más de 100 millones de personas en todo el mundo sufrirán alzhéimer u otros tipos de demencia y muchas más sufrirán pérdidas de memoria relacionadas con el envejecimiento.

PRIORIDAD Los estudios en Brooklyn son solo una parte de un campo de investigación que cada vez genera más atención e inversiones. El año pasado, por ejemplo, los Institutos Nacionales de Salud de EEUU destinaron casi el 20% de su presupuesto --3.900 millones de euros-- a investigaciones relacionadas con el cerebro. Recientemente se publicó otro estudio, dirigido por la neuróloga Marie Monfils de la Universidad de Tejas, en Austin, en el que se eliminaron recuerdos dolorosos en ratas.

Identificar la forma de borrar o bloquear memorias permitirá saber cómo potenciarlas. Queda también por saber cómo el bloqueo de ciertos recuerdos podría afectar a otros y si se podrían borrar memorias sobre malos comportamientos que ayudan a formar la conciencia.