Tras la clausura de la central bajo presión internacional, Ucrania renunció a las labores de supervisión que desde 1986 efectuaba en la zona el Instituto Kurchatov de Moscú, el principal centro de investigación nuclear de Rusia. Según los expertos del Kurchatov, la clausura fue una decisión "puramente política".

"Hubiera sido mucho más seguro y barato mantener la central funcionando hasta el 2012, tal como estaba previsto. Tras la pérdida de esta fuente de ingresos, las autoridades ucranianas tienen serios problemas para financiar la conservación", dijo a EL PERIODICO un empleado del instituto que trabajó en Chernóbil.

En Ucrania, los militantes sindicales que defienden a unos 4.000 trabajadores de la zona de exclusión alrededor del reactor accidentado luchan contra la indiferencia estatal, que solamente asigna "migajas" a los programas de protección contra la radiactividad. La falta de financiación pone en peligro la salud del personal pero también la de la población. El desplome de la capa de hormigón produciría una nube de polvo radiactivo que provocaría contaminación y un gran estrés.