Más de 1.200 millones de personas viven en el mundo sin acceso a agua potable y 3.000 millones (la mitad de la población mundial) sufren un abastecimiento deficiente de este bien de primera necesidad. El drama se agravará a lo largo del siglo XXI como consecuencia del crecimiento urbanístico y de los cambios climáticos. Para plantear soluciones, se reúne desde hoy y hasta el próximo 23 de marzo el Foro Mundial del Agua en las ciudades japonesas de Kioto, Osaka y Shiga.

Según los organizadores, sólo el 60% de la población subsahariana tiene acceso a fuentes seguras de agua y en el mundo hay 10 países donde la gente tiene que vivir con una media de 10 litros al día, es decir, una quinta parte del mínimo recomendado por las Naciones Unidas. Esos 50 litros se reparten en bebida (5), limpieza (20), higiene personal (15) y preparación de comida (10). De los 10 países con el agua bajo mínimos, seis están en Africa, uno en Europa (Albania), dos en Asia (Camboya y Bután) y uno en el Caribe (Haití).

EL PROBLEMA SE AGRAVARA

La carestía de agua potable es la responsable de que cinco millones de personas mueran al año, entre ellas dos millones de niños (5.500 cada día) que sucumben a enfermedades relacionadas con la diarrea. El problema es una rémora para los países subdesarrollados, que no pueden progresar sin regar sus campos ni llevar agua a sus industrias.

La mayoría de expertos prevén que en los próximos años el crecimiento de la urbanización agravará el fenómeno. Según Frank Rijsberman, director general del International Water Management Institute (IWMI), "la creciente demanda de agua va a secar algunos de los ríos más grandes del mundo, dejándolos así la mayor parte del año". "Los centros urbanos experimentarán severas restricciones de agua. Pero los núcleos rurales sufrirán las consecuencias más graves. Muchos ya carecen de agua potable y de la necesaria para cultivar".

El IWMI ha realizado un estudio que concluye que en el 2025 un tercio de la población mundial (2.700 millones de personas) se enfrentará a la escasez de agua. Sin embargo, a pesar de la gravedad del problema, el debate sobre el uso del agua está hoy en día dividido entre los que creen que su uso en la agricultura debe incrementarse, entre un 15 y un 20% en 25 años, para reducir el hambre y la pobreza rural, y los que afirman que hay que reducir el consumo, por lo menos un 10%, para preservar ríos, lagos y humedales de los que dependen millones de personas.