TLta política es confianza en el esfuerzo, optimismo. Así comienza una frase de Manuel Azaña con la que el PSOE nos felicita las fiestas. Palabras que forman parte de un discurso pronunciado en el 1930. Sigue diciendo que "no hay política de hombres desengañados, de hombres tristes; no hay política de hombres circunspectos que no quieren arriesgarse a fracasar". Deberían los políticos poner esta cita en sus mesillas, como oración de cabecera. España ha cambiado mucho desde los tiempos de Azaña, pero la necesidad de empujar a los que gobiernan, o tienen aspiraciones de gobernar, a la acción decidida y esperanzada, sigue siendo la misma. No soy persona que critique a los políticos por el hecho de serlo; creo por el contrario que esta necesaria actividad está en general ejercida por hombres y mujeres honestos, vocacionales de la gestión y deseosos de mejorar las parcelas que los ciudadanos les confiamos, pero creo también que los aparatos de los partidos, al obligarles a ir a su dictado los hunden, les quitan la imprescindible libertad, la necesaria confianza arrojándonos a todos a la realidad contra la que nos advertía Azaña hace 80 años: escasa confianza en el esfuerzo, hombres (y mujeres, me atrevo a corregirle) desengañados, tristes, que no quieren arriesgarse al fracaso. Esto último, el miedo a fracasar, es lo único que parece preocupar a los aparatos. Los ideólogos arrinconados y los estrategas en los sillones. Los ciudadanos necesitamos de las ideas, de mujeres y hombres esperanzados que nos hagan ver la luz al final del camino, que hagan lo que tienen que hacer aún a riesgo de que el pago sea el fracaso electoral porque hay ciudadanos que solo apoyan a quienes les benefician directamente, no a quienes procuran el bien general. También ellos deberían poner en su mesilla esta cita de Azaña.