El amor es otra de esas cosas que han visto cómo internet se acercaba a un ritmo vertiginoso hasta atravesarlas por completo. No parece que sea algo que encaje con las tecnologías, pero el hecho de recurrir a dispositivos electrónicos para hacer prácticamente de todo ha propiciado que, de un modo o de otro, también acabemos recurriendo a esta tecnología para encontrar a nuestra alma gemela.

Hay quienes encuentran esto de forma natural, fortaleciendo lazos a través de redes sociales, otros apuestan más por los portales para buscar pareja, y un reducto cada vez menos reducido se decanta por otra opción menos común, acudir a un portal web de citas. Un lugar donde puedes quedar con quien quieras sin apenas conocerlo para que dar pie a una bonita amistad, a un horrible desengaño o, simplemente, a lo que surja...

Recurrir a esta última posibilidad da pie a lo que todos conocemos como citas a ciegas. Encuentro entre personas en los que ninguno de los dos se conoce y, en ocasiones, ni se han visto previamente. Algo rápido, a veces muy efectivo pero siempre divertido y que, además, es mucho más antiguo de lo que pensamos. Y es que esto de buscar algo más con una persona a la que ni siquiera se conoce es algo que nació ya en la Prehistoria.

De la reproducción a la cita online, del pasado al presente

Dándole una patada en el calendario y volviendo miles de años atrás en el tiempo, a esa época en la que la humanidad era totalmente nómada, el rol del hombre y de la mujer era algo totalmente homogéneo. Todos hacían de todo, y eso provocaba una horizontalidad que, a día de hoy, es totalmente inimaginable. Sin embargo había una peculiaridad, y es que durante el periodo fértil, las mujeres se apareaban con varios hombres para conseguir quedar embarazadas, además de por el mero fin placentero. No importaba quién fuera si tenía rasgos que pudieran dar pie a un crío fuerte y sano. Y sí, aunque de forma algo más rocambolesca y menos sutil, esto fue la primera semilla de las citas a ciegas.

El papel mandatario de la mujer en la procreación luego quedó relegado a un segundo plano. Los matrimonios concertados aparecieron para someter a las mujeres al casamiento con hombres que quizás ni conocieran, todo con un trasfondo de convenio y necesidad imperante. En el Antiguo Egipto esto era algo que se estilaba bastante hasta que, con la llegada de la vigésimosexta dinastía de faraones, las féminas comenzaron a poder decidir con quién se casarían (algo que, aún en la actualidad, parece no haber llegado a ciertas culturas).

Las parejas ya comenzaban a tener citas. Dedicarse tiempo a conocerse el uno al otro para ver si de verdad había una semilla que pudiera germinar para florecer en una relación de tomo y lomo. Las historias de amores y desamores se han ido sucediendo a lo largo de los años, adaptándose también a la evolución y necesidad de una sociedad que no ha parado de cambiar hasta llegar a este 2017 en el que nos encontramos. A una época en la que todos estamos conectados con unos aparatos que caben en nuestros bolsillos.

Internet ha hecho mucho por nuestra comunicación y, por supuesto, tiene mucho que decir en esto de los amoríos y las rupturas. Lo tenemos mucho más fácil para hablar con esa persona que nos gusta o de la que estamos tremendamente enamorados, pero también es más fácil picar por ahí en busca de otra compañía. Se dice que el ser humano es polígamo por naturaleza y monógamo por obligación, y parece que en la actualidad somos más propensos a hacer caso a nuestro instinto antes que a nuestro raciocinio.

Pero eso no quiere decir que no haya sitio para el amor de verdad, ni siquiera que este no pueda surgir en una cita a ciegas. Las nuevas tecnologías han propiciado que cada vez más personas vuelvan a probar con algo que es tan antiguo como el concepto de sociedad, que nos atrevamos a compartir velada con una persona que no conocemos de nada por el mero interés de saber cómo es, por quitarnos ese "¿y si...?" que tantas veces nos nubla la cabeza.

No son algo nuevo, pero sí que se han convertido en algo con mucho más potencial y posibilidades que antes. Las personas cada vez somos más valientes gracias a este nuevo "boom" de quedar a ciegas con otra persona. Puede que al final la cita no sea del agrado de ninguno, pero lo que sí es seguro es que, de una forma o de otra, ambos os acabaréis sorprendiendo.