La Cumbre del Clima de Bonn ha coincidido con la llegada del frío a Extremadura. Hasta hace pocas semanas, se hablaba en todos lados de la extensión del verano hasta finales de octubre. De hecho, el ingenio popular acuñó un nuevo término, veroño para identificar una estación otoñal con temperaturas de finales de junio.

Sin embargo, ¿es verdad que hace más calor ahora que tres décadas atrás? Cualquiera con más de cuarenta años diría que sí, sin necesidad de ser científico. Pero, ¿estamos seguros? ¿Cuánto más?

Un equipo de investigadores del Grupo AIRE (Atmósfera, Clima y Radiación en Extremadura), del área de Física de la Tierra de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Extremadura ha analizado los datos de trece estaciones meteorológicas de la región desde 1961 hasta 2014. Su estudio, llamado Cambios en las características de las olas de calor en Extremadura, se ha publicado recientemente en la revista especializada Theoretical and Applied Climatology.

Lo primero que determinaba este informe era definir ola de calor, que según Francisco Javier Acero, físico de la Uex e investigador del Grupo AIRE, es «dos días consecutivos por encima de un umbral muy alto» de temperatura, «el 95% del percentil, que en Extremadura se traduce en 38, 39 e incluso 40 grados en el sureste».

A continuación, analizaban las olas de calor registradas «y en función de la duración, la frecuencia y la intensidad veíamos si desde el principio del periodo de observación (1961) hasta la actualidad había habido cambios significativos» explica Acero. Es decir, se estudiaba si esas olas de calor duraban más, eran más calurosas que las de antes y si eran más frecuentes.

¿Y la creencia popular?

Aunque parezca sorprendente, la primera conclusión de este estudio es que «realmente los cambios no son muy significativos», asegura Francisco Javier Acero, «ni en la duración ni en la intensidad». Lo que sí ha cambiado es la frecuencia, es decir, ahora hay más olas de calor en un mismo verano que en la década de los 70.

Esto explicaría la sensación generalizada de que hace más calor, «si antes había una ola de calor al año o ninguna, ahora hay tres, cuatro o cinco» cada verano, explica Acero. «Es como si hubiéramos llegado a una saturación del clima», añade, «este año sí hemos llegado a un record, a 46 grados, pero le cuesta», la clave es que «estamos muchos días consecutivos por encima de 35 o 36 grados, sin alivio».

Esto tiene sus consecuencias directas sobre los cultivos. Francisco Javier Acero pone el ejemplo del maíz, frecuente en Extremadura, cuya polinización se produce en verano y «por encima de 35 grados se ve seriamente afectada, lo que repercute en la producción, que disminuye considerablemente».