La Audiencia de Barcelona ha condenado a 17 años y medio de prisión por asesinato a Enrique Rus, el vecino de Esplugues de Llobregat (Barcelona) que en diciembre de 2002 mató a puñaladas a su madre, cuyo cadáver en cal viva mantuvo en casa durante catorce meses. Un jurado popular declaró a Enrique Rus culpable de asesinato con las atenuantes de confesión, dado que acabó admitiendo a la policía que había matado a su madre antes de que llegaran a detenerlo, y de obcecación, por haber actuado debido a un cuadro ansioso-depresivo derivado de su repulsión por el oficio de "madame" de la víctima.

Tal y como proponía la Fiscalía, la Audiencia condena al procesado a la pena máxima por esos cargos al considerar que es "una persona instruida, que disfrutaba de una situación económica más bien alta, con total estabilidad laboral", por lo que "había de tener un plus de responsabilidad", según el fallo. En el juicio, el propio procesado declaró que había matado a su madre para vengarse de ella por los traumas que le causó al obligarle a crecer entre los negocios de prostitución que regentaba, y las humillaciones que le infligió al obligarlo a participar en juegos sexuales con prostitutas.

Los médicos forenses explicaron en el juicio que el crimen pudo deberse a la "falta de control del procesado", que arrastraba un cuadro depresivo, agravado por una personalidad acomplejada, con baja autoestima y ausencia total de sociabilidad, según recordó el tribunal popular en su veredicto. El jurado, sin embargo, no creyó probado que el acusado matara a su madre bajo los efectos del alcohol, ni fruto de un arrebato, como mantenía su defensa.

La sentencia condena al acusado a indemnizar con 10.000 euros a su tía María de los Ángeles Rus, hermana de la víctima y cuya persistencia permitió aclarar los hechos, ya que fue ella quien denunció la desaparición de la víctima e insistió a la policía para que siguiera investigando para localizarla.