La socialista Carmen Montón comenzó su intervención en el debate sobre la nueva ley del aborto con la siguiente afirmación: "Los avances sociales nunca han sido fáciles y menos los que conciernen a los derechos de las mujeres". Una máxima aplicable a muchas situaciones, también a la gestación de la reforma de la ley, pero no tanto a su tramitación parlamentaria, mucho más tranquila de lo que cabía esperar en un tema tan ideológico, como se puso de manifiesto ayer en el Congreso. El pleno de la Cámara Baja dio luz verde al proyecto de ley con el respaldo de 184 diputados de siete partidos. Sólo el PP votó en contra en bloque y además rebajó su tono respecto a sus argumentos iniciales.

De esta forma, la nueva ley de salud sexual y reproductiva pasará a ser debatida en el Senado tras contar con el respaldo del PSOE, PNV, ERC, IU-ICV, BNG, Nafarroa Bai y dos diputados de Convergencia. Otros tres representantes de este partido votaron en contra junto con sus cuatro compañeros de Unió, el PP, Unión del Pueblo Navarro y UpyD. En total, 158. La convergente Inmaculada Riera fue la única que se abstuvo.

Por tanto, no hubo muchas sorpresas. Parece que la amenaza de los obispos de excomulgar a los diputados y las peticiones de los grupos antiabortistas que ayer pasaban en las inmediaciones del Congreso no lograron influir demasiado en las posiciones de unos u otros.

Desde que el PNV anunció que apoyaría la norma pese a su ideario conservador, la negociación parlamentaria fue mucho más sencilla. Solo su exigencia de que los padres de las jóvenes de 16 y 17 años sepan si estas van a abortar, complicó un poco el acuerdo mayoritario, dado que la izquierda no quería rebajar la norma. Finalmente una fórmula ambigua pactada en la semana pasada desencalló la negociación. Las menores deberán comunicar al menos a uno de sus progenitores que se van a someter a la intervención, aunque la ley no dice cómo se acreditará esta información, salvo si alegan ±fundadamenteO ante el médico que esto les provocará un conflicto grave.

El portavoz del PNV, Joseba Aguirretxea, sostuvo ayer que su partido, "en un acto de valentía", decidió implicarse en con el fin de "mejorar" el proyecto. "Criticándolo desde fuera no hubiéramos conseguido nada", señaló tras recordar que la ley tenía mayoría suficiente para ser aprobada con IU-ICV y ERC.

De forma inesperada, el PP usó un tono más moderado que en anteriores ocasiones. El diputado Santiago Cervera sustituyó a Sandra Moneo, próxima al sector más duro, quien en el primer debate sostuvo que la reforma "priva a la mujer de su derecho a ser madre". Cervera hizo un discurso más político que ideológico. Así, reprochó al Gobierno que, ante su "ineficacia", ha presentado el proyecto con el único fin de "volver a recuperar la agenda política".