TMte acerqué este miércoles a la concentración promovida por la AVT, en memoria de Miguel Angel Blanco y en contra de la negociación con ETA. No estoy de acuerdo con la forma trapacera, engañosa, oscura y de total entreguismo en que dicha negociación se está llevando a cabo. Y creo necesario recordar el asesinato de Miguel Angel, como símbolo para no olvidarnos nunca del enemigo que tenemos enfrente y para no caer en la tentación de despreciar y depreciar el dolor y la sangre de las víctimas.

Camino de la avenida de Huelva recordé la concentración de nueve años antes. Cómo el silencio respetuoso con el asesinado, las miradas, el contacto de sentimientos sobrevolaba sobre nuestras cabezas, uniéndonos a los que allí estábamos en un corazón común. Anteayer fue distinto. Hubo cambio de escenario y de representación. Sentí que el recuerdo de Miguel Angel Blanco era sólo la excusa para montar un tinglado cuya estética me resultó repelente. Demasiada gomina, demasiada bandera con el dichoso torito, demasiado rizo pescuecero, demasiado grito histérico. A mi lado, un cachorro repeinado portaba un cartel con un "Miguel Angel: PRESENTE" que lastimó mis ojos. Más allá, dos carcamales hablaban de la calidad de la tela de sus banderas, que movían como carracas. Detrás de mí una pareja programaba sus vacaciones, perorata interrumpida, de vez en vez, por algún berrido descompasado. Me fui de allí precipitadamente y me llevé conmigo mi tristeza.

Rendición, en mi nombre, no. Espectáculos partidistas de circo patriotero con mi presencia, tampoco. (jabuizaunex.es).