En el contrato, incluye 20 cláusulas en las que establece lo que significa vender su alma e incorpora, entre otras, cuestiones económicas, la posibilidad de casarse y tener hijos y derechos de propiedad física e intelectual. Por tanto, la persona que adquiera el alma tendrá que decidir cuestiones como el primer nombre de pila que tendrán los potenciales hijos de Fraller, los detalles organizativos de su posible boda y el epitafio de su tumba.

El comprador recibirá cada año parte de los ingresos de Fraller --con un mínimo de 500 dólares anuales-- y será copropietario de los beneficios de explotación de sus derechos de propiedad intelectual. Fraller, que se compromete a enviar al beneficiario un informe anual sobre sus actividades y una felicitación de cumpleaños, ha incluido cláusulas que le obligan a donar sangre, a trabajar para la comunidad y a plantar tres árboles al año.