Fernando Maza (Buenos Aires, 1936), ganador de la XXIII edición del Salón de Otoño de Plasencia en el 2001, regresa a Extremadura con una exposición en la que muestra volúmenes que recuerdan a estructuras arquitectónicas de antiguas culturas.

Mayas, aztecas y babilónicas configuran una muestra en la que la austeridad de las obras concuerda con la del artista. Maza afirma que le mueve un egoísmo cultural. Su formación, en la que no entraron las escuelas de arte, denota ese juego con las acuarelas con las que aprendió la técnica del oficio.

Los óleos sobre tela que enseña ahora forman parte de una etapa reciente, dominada por los colores cálidos y las líneas rectas. Observar sus obras es viajar al fondo de figuras que nos muestran una realidad arquitectónica. Estructuras triangulares en forma de escalón, al estilo de pirámides que hacen rememorar los zigurats babilónicos y las pirámides mayas y aztecas. Es como, afirma Miguel Rojas Mix, conocedor de su obra, "un espacio donde se desarrolla un mundo diferente".

EL MENSAJE DE LA OBRA

Al espectador la pintura de Fernando Maza le hace imaginar, pero, sobre todo, jugar con el espacio. Esquinas, puntas y cubos son los mejores formas para abrir la mirada más allá. Para buscar otro cuadro detrás del lienzo real. No hay, por tanto, más mensaje que el se quiera interpretar de las formas.

El propio autor asegura que en ningún momento pretende trasladar ninguna pregunta al exterior. Sus obras quedan reducidas al gusto por la arquitectura. Nuevas formas de concebir el arte en las que el artista invita a imaginar sin símbolos y sin imágenes reales. Fernando Maza aporta otra visión del arte.