El buque de cruceros Grand Voyager , que se dirigía a Barcelona con

797 personas a bordo, permaneció ayer averiado en alta mar, entre Menorca y Cerdeña, durante horas, en las que estuvo a merced de olas de entre 8 y 14 metros. La tripulación logró reactivar dos de los cuatro motores, a 65 millas al sur de Menorca, y emprender viaje hasta el puerto de Cagliari, capital de la isla italiana, donde tiene previsto llegar esta mañana.

A bordo del buque viajan 474 turistas, principalmente españoles, que provenían de Túnez y que debían finalizar su crucero por el Mediterráneo a las dos de la tarde de ayer en el puerto de Barcelona. Sin embargo, la accidentada travesía finalizará hoy.

Un portavoz de la mayorista de viajes Iberojet, organizadora del crucero, aseguró a este diario que tenía a punto un avión en el aeropuerto de Palma de Mallorca para recoger a sus clientes en Cagliari y trasladarlos a Barcelona, de donde habían salido.

Ayer, las autoridades marítimas francesas organizaron una operación de salvamento, en colaboración con las españolas, para evacuar a todos los pasajeros pero, finalmente, no fue necesario hacerlo. Pese a la rotura de una ventana del puente de mando y la destrucción de las antenas de comunicación, el barco pudo rectificar su rumbo, aunque a escasa velocidad, poco más de 10 nudos.

NO ESTUVO A LA DERIVA La Prefectura Marítima de Tolón (sureste francés) indicó que el Grand Voyager , con bandera de conveniencia de Bahamas, se encontraba "en una situación difícil pero no a la deriva". Asimismo, las autoridades indicaron que, subsanada la avería, el pasaje no corría peligro.

El barco dio la señal de alerta a las ocho de la mañana a medio camino entre Menorca y Cerdeña, momento en que lo azotaban vientos de más de 100 kilómetros por hora. Un avión de patrulla de la Marina francesa y otro del servicio de aduanas, que llevaban a cabo operaciones de entrenamiento y vigilancia frente a las islas Baleares, llegaron rápidamente a la zona para observar las maniobras. También llegó el carguero Gimi, que llevaba gas, que estaba cerca.

Un remolcador francés y dos españoles, así como dos helicópteros españoles, se dirigieron también a la zona. Por la tarde, el Grand Voyager superó los contratiempos. El navío tuvo que renunciar a encontrar refugio en Menorca por la mala mar.

Mientras el barco permanecía averiado, cerca de 200 turistas, ajenos al percance, esperaban su llegada en el puerto de Barcelona para embarcarse a un crucero de una semana por Italia, Croacia, Malta y Túnez.