"Las cruces en cada país representan la imagen de Cristo de una manera distinta, algunas lo reflejan en una actitud más tranquila y otras transmitiendo un intenso dolor". Esta es una de las apreciaciones del párroco de la iglesia de San Ignacio de Coria, Julián Carlos Pérez, tras observar en profundidad y al detalle cada una de las 190 cruces que hasta el día de hoy ha llegado a recopilar. Gran parte de ellas permanecen colgadas en las paredes de su despacho parroquial y el resto, las más grandes, descansan en su casa de Perales del Puerto. Lo que comenzó hace doce años como una simple afición y pasatiempos, hoy se ha convertido ya en algo más serio y quizás en un proyecto que podría viajar hasta Cáceres para formar parte de una inédita exposición. "Con el tiempo mi idea es ceder la colección al Museo Diocesano que se intenta organizar en Cáceres, aunque mi sueño sería que esta exposición se quedara aquí y pudiera exponerse en algún espacio del museo de la Catedral de Coria", confiesa.

Llegadas desde todos los continentes, el párroco de Coria se ha convertido en el mayor coleccionista de cruces que llevan plasmado el nombre de casi todos los rincones del mundo. "Tengo cruces de todos los continentes, unas son adquisiciones propias y otras son regalos que me ha hecho la gente", comenta.

Desde la cruz más sencilla con dos simples palos de madera hasta la más compleja como es el crucifijo procedente de la República Dominicana son algunas de las cruces que forman parte de la colección donde predomina la cerámica, la madera y el metal. Entre todas destaca una, que por su diminuto tamaño de apenas cuatro centímetros de altura en madera se ha convertido en uno de los atractivos de la colección. "Fue un obsequio que me hizo un grupo de religiosas del Congo, para mi es muy especial, aunque todas las cruces tienen su importancia", matiza. La exposición, cargada de atractivo e historia, suscita el interés de toda persona que pasa por la parroquia. "Cuando la gente entra para algún otro asunto, se queda perpleja y no escatima tiempo en ver una por una todas las cruces", asegura.

Aunque para original el crucifijo elaborado en cerámica que procede de Jerusalén y que muestra las cuatro cruces insertadas en otra cruz. "Aquí se muestra a un cristo muy retorcido", señala. Una expresión que contrasta con la alegría y el colorido que reflejan la mayor parte de las cruces llegadas de hispanoamérica. A la gran variedad de estilos, se unen las cruces de Irlanda, Covadonga, Asturias, Roma, Colombia, Budapest, Fátima, Grecia y Méjico acompañadas por la Cruz del V Centenario de la Evangelización de América en el año 1992 y un curioso azulejo de Málaga. Todas están a los ojos del público, hasta la más lejana llegada de Indonesia.